146. LOS PRIVILEGIOS DEL INVITADO
Mi marido y yo decidimos invitar a un corneador a casa. Lo habíamos hablado varias veces, al principio solo como una fantasía. Pero poco a poco la idea fue tomando más envergadura y se convirtió en el tema de cada noche. Mi marido se excitaba muchísimo imaginando las situaciones que se podían dar y al fin fue el mismo quien decidió contactar con "un buen empotrador" según sus propias palabras. Una noche me vino con el ordenador portátil al sofá y me mostró las fotos de tres hombres. -Esos son mis candidatos, pero tu debes escoger al ganador. Una de esas pollas será para ti. Mientras me contaba eso se estaba tocando sin poder evitarlo. Miré las fotos y descubrí que mi marido tenía buen gusto para la preselección. Vi a tres hombres fornidos, atractivos y muy bien dotados, los tres con el pene erecto. Me costó un poco elegir, pero me incliné por Javi, casi al azar. Quedamos para justo una semana más tarde, ya que antes era imposible por nuestras agendas. Pero ya en el primer dí