145. ME SOMETÍ A ÉL

Des del momento en el que conocí a Manu, mi intención siempre fue invitarle a un trío con mi marido. Le conocí por sus fotos en la web swinger y empezamos a chatear. Me atraía mucho: es guapo, bien dotado, joven y le gustan las mujeres maduras como yo. Muchas de sus fotos muestran lo que yo busco: en ellas se ve a Manu en la cama (o en el sofá, o en una silla) encargándose de la esposa mientras el marido saca fotos o se masturba. Como ya sabéis, eso nos excita mucho tanto a mi marido como a mi.

En uno de los vídeos de Manu que más me gusta se ve a la mujer de rodillas ante una butaca, con la cara pegada a los cojines (y seguramente mordiéndolos), jadeando mientras se corre y le suplica que siga. Manu le está propinando un anal contundente, y ella se da cachetes en el clítoris a un ritmo endiablado. Como os podéis imaginar, a un lado se ve la figura del marido, observando con los ojos muy abiertos y masturbándose con frenesí.

Como también os podéis imaginar, eso es lo que yo deseaba que me hiciese Manu a mi. Y se lo dije en un audio que le mandé una noche en la que ya no podía más, a las dos o a las tres de la madrugada. Él me llamó a la mañana siguiente, sin prisas:

-Tenemos que hablar.

Y me contó lo siguiente: Manu creía que mi primer objetivo era darle placer a mi marido y eso le parecía muy legítimo, pero eso no tiene sentido si él mismo no saca placer del encuentro y se limita a hacer las cosas que le gustan a él.

-No me voy a prestar a hacer de modelo porno para que tu marido se haga pajas -concluyó- Si quieres estar conmigo será con mis normas. Si él quiere masturbarse a mi costa le mandaremos algunas fotos. Si estás de acuerdo ya me lo dirás.

-Estoy de acuerdo -respondí sin pensar.

Manu me citó en un meublé del centro que no conocía. Un lugar moderno, exquisito y muy excitante, cama redonda de sábanas de satén y jacuzzi en la habitación. Cuando llegué él ya había dispuesto el trípode con la cámara.

Me tuvo dos horas sin dejarme respirar y sin piedad, durante las cuales me puso en posturas que jamás había hecho. A veces sentía que Manu oprimía el mando y sacaba una foto, pero la verdad es que yo no estaba muy pendiente de eso. Creo que también grabó algún video.

Cuando Manu terminó, yo me había corrido tres o cuatro veces. Perdí la cuenta. Me recosté en su pecho y entonces él me dijo que debía irse.

-Tu marido ya ha recibido mis fotos -me anunció.

-¡No me digas eso...! ¡Le conté que había quedado con mi amiga Berta!

-No te preocupes, cariño: en cuanto llegues a casa verás como se está masturbando con las fotos.


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