DEL DIARIO DE UNA ZORRA (6)


4 de Noviembre

A la gente le encanta contar sus aventuras sexuales. Algunos parece que follen solo para poder contarlo luego. Las informaciones vuelan más que los aviones.  Alguien habrá contado que acepté dinero a cambio de una tarde de sexo solo para explicar todo lo que me hizo, y su cuento habrá encantado a alguien, y ese alguien se lo habrá dicho a otro, hasta que al fin recibo la llamada de un número desconocido.

La voz del hombre me cuenta que le apetecería mucho contratarme sin ni tan siquiera preguntar si me dedico a eso. Lo da por hecho. Le dejo que hable. Dice que no le gusta ir a buscar prostitutas, que está en contra de los proxenetas y de la trata de mujeres, que no le pone nada estar con una mujer a la que sabe obligada a prostituirse por un macarra, que eso le parece asqueroso.

Sin embargo, cuenta la voz, le excita mucho acostarse con mujeres que se ofrecen ocasionalmente y por gusto, y que por eso quiere conocerme. Añade que el dinero no es problema. Como yo le dejo hablar, él sigue: tiene muchas fantasías. ¿Como cuáles? le pregunto con reservas. Entonces me manda un chorro de fotos sacadas de páginas porno. En todas las fotos aparece una modelo japonesa que debe de encantarle. Debe de haberse masturbado montones de veces con esas fotos. Muchas posturas no son fáciles. Mucho sexo anal.


-Pero yo... ¡no soy japonesa! le respondo. Él se ríe y luego sigue: su fantasía es conocer a una mujer que acepte acompañarle a veces para visitar clubes liberales, presentándose como su esposa. Para conseguir intercambios con las esposas de otros. Eso me da algo de morbo. Quizás por eso le mando una foto mía sin pensármelo. Es una foto en la que no se me ve la cara, por supuesto.

Él tarda un poco en responder, quizás se ha bajado la foto para usarla luego o quizás ya la ha usado durante este ratito de silencio. Sin embargo, tras ese silencio vuelve a hablar, pero cambia su tono:

-La verdad es que te he estado sondeando, dice, ya que me gustas y no me quiero equivocar contigo. Veo que te gustan los enchufes anales, así que te mando la foto del que le regalé a una amiga.

Recibo esta foto:


-Muy bonito -le respondo- Parece especial, el plug.

-Lo hizo un joyero, por encargo. Es un joyero amigo, de Toledo, ya le conocerás algún día. Me costó una buena pasta. Pero volvamos al asunto. Quiero tener un par de horas contigo y luego hablamos de lo demás.

"Lo demás" significa que quiere a una amante fija, como se hacía antes. Y eso incluye ir a clubes liberales y a fiestas con amigos. Ya veremos, le respondo. Me manda luego una ubicación. El tipo sigue dando todo por hecho. Mirando la ubicación me doy cuenta de que no ha contratado un hotel. Me cita en su casa, que es un piso cerca del centro. Eso me da un poco de reparo. Si es un loco fetichista supongo que lo veré nada más entrar en su guarida, pero igualmente quedo con mi amiga Maite de que le mandaré un mensaje una vez esté en el piso. Si no le recibo Maite avisará a la policía.


7 de Noviembre

Llego al piso de mi nuevo hombre. Para mi sorpresa es un piso limpio y diáfano, casi minimalista. No parece el antro de un zumbado peligroso. El tipo es cincuentón, aseado, pulcro, educado. Debe ser de clase alta. En el recibidor me encuentro con unos billetes debajo de un pequeño elefante de marfil. Me indica que es para mi, "para compensarte tu tiempo", dice. Es mucho más dinero de lo que había pensado. Me lo embolso.

Poco después le mando a Maite un mensaje tranquilizador, con un selfie y el texto "todo ha ido bien".

Un rato más tarde me invita a un dry martini que ha preparado mientras yo me duchaba. Nos lo tomamos en el sofá. Hay buen rollo. Entonces me cuenta que dentro de dos semanas acudirá a la fiesta "especial" de un amigo. ¿Especial? le pregunto, intrigada. Sí, especial, me cuenta él: es una fiesta a la que hay que acudir en pareja, con antifaz. Las mujeres antifaz y ligueros, los hombres antifaz y tanga. Todos son gente respetable. Como la fiesta se puede alargar unas horas te daré el doble de hoy.

-¿Estará el joyero de Toledo? -le pregunto yo.

-Estará. Es posible que te examine para hacerte un plug a medida. Te paso a buscar el otro viernes. A las siete. 

De nuevo lo da todo por hecho y esa seguridad me excita. Antes de responderle ya se que voy a ir con él a la fiesta.

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