165. CUANDO ME LO PETAN (REPORT)


Una no sabe muy bien cuales son las expresiones que pone su cara cuando el amante le entra por el ano, y mucho menos cuando lo hace con tantas ganas como las que le puso el amigo Jota, que llegó empalmadísimo a casa. Menos mal que ahí estaba mi marido, atento y sin perder detalle, y cámara en mano. La cámara en una sola mano, claro, porque que con la otra se iba masajeando los genitales.

Nada más llegar ante la alcoba, me incliné para darle el saludo de la hotwife. Mientras Jota se bajaba los calzoncillos, mi marido se ocupó de dejar mis pechos al aire con un gesto rápido que me arrancó un suspiro de sorpresa y puso todavía más tieso al amigo. Tuve que abrir bien la boca: el pene de Jota quizás no sea muy largo, pero de veras es ancho y no es fácil engullirlo como se merece.


Tras unos preliminares breves, el amigo me dispuso en cuatro, me untó con un lubricante que se había traído consigo y metió su rabo gordote por el ojete. Mi marido me cuenta que lancé un alarido y que, al mismo tiempo, levanté mis caderas para recibirle mejor. Quizás sea este el momento que recoge la primera foto.

Cuando Jota sintió que necesitaba un descanso me pidió que le montara, y yo le obedecí enseguida. Pegué un brinco y me senté encima de su pene. Por instinto, alojé su miembro de nuevo en el ano, dando por supuesto que era eso lo que deseaba. Y estoy segura de que no me equivoqué: en esta ocasión fue él quien lanzó gemidos de placer, sonoros y majestuosos. No se me ocurrió pensar en el descanso de mis vecinos ni por un momento y yo me apunté a los gritos. Por el rabillo del ojo vi a mi marido, que estaba como loco con las fotos pero ya tenía su pene en la mano y se estaba dando de lo lindo.


Empecé a brincar encima del pene de Jota. Sentía una mezcla de placer y de dolor que me llevó a orgasmos anales, algo que había leído y tenía ganas de experimentar. Mientras yo cabalgaba a mi amigo, mi marido se acercó para obtener instantáneas de mi rostro. Así es como sé cuales son las expresiones que pone mi cara cuando un rabo gordo me está rompiendo el ano.



Al cabo de un buen ato que no soy capaz de medir, Jota se sintió más preparado para imprimirme su ritmo de nuevo, así que me descabalgó y me tumbó de nuevo en la cama. Agarró mis nalgas, las levantó y arremetió de nuevo contra el ojete. Por su expresión comprendí que se acercaba la culminación del polvo e intuí que me esperaba un gran final.


Mi marido, que ya no podía más, se acercó y se vació sobre mi, pero la verdad es que yo estaba más atenta a los movimientos de mi amigo. Y la verdad es que creo que lo hizo para poder concentrarse en la escena que se avecinaba, y que no tardó en llegar. 


Jota empezó así, con una descarga tímida encima de mis pechos. Pero luego, viendo mi buena disposición, decidió hacer lo que más quería y dio buena cuenta de mi cara.


Cuando Jota ya se había ido miré las fotos con mi marido y así descubrí cuales son mis caras cuando me enculan. Fue él quien había concertado la cita y entonces me contó que Jota se ofreció a venir a casa si yo me prestaba a ser penetrada por el culo y aceptaba la corrida en la cara. Eres un cabroncete, le dije. Y luego me fui a la ducha.

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