15. CITA CON JAIME Y SELFIE PARA EL CORNUDO

Una vez casada con mi segundo marido, el liberal en el sexo, siempre fuimos a clubes o tuvimos las citas con amantes los dos juntos, como una actividad de la pareja, ya sea en casa o en hoteles. Jamás se nos había ocurrido abrir un poco más la mente. Hasta que un día, de regreso de un club, a Luis se le ocurrió plantear otra opción. Vete a saber en qué andaría pensando cuando, de repente, me contó algo que le daba muchísimo morbo:

-Me estoy imaginando que quedas con un tío sin que yo sepa nada, os vais a un apartamento y yo, de repente, recibo una foto tuya en la que apareces follando con alguien y saludándome.

Estoy casi segura de que eso se le había ocurrido mientras miraba casos similares en la web de los liberales. Es muy frecuente encontrar allí ese tipo de fotos, a veces publicadas por la esposa corneada o a veces por el corneador, que aprovecha la ocasión para humillar al cornudo (aunque siempre con cariño).

Como os podéis imaginar, esa idea se trasladó a mi mente y pasé unos días valorando la situación. Hasta que por fin, una tarde, antes del regreso de mi marido, me puse a chatear entre liberales y fui seleccionando a corneadores de buen ver que estuvieran en mi ciudad o cerca de ella. Así fue como di con Jaime: Jaime ofrecía muy buenas fotos de su cuerpazo, pero lo más sugerente era la cantidad de mujeres distintas con las que se mostraba, ya que eso es una garantía indiscutible. Garantía de buen amante y garantía de promiscuo y, sobre todo, de que no es de los que se encariñan demasiado. Aquí vamos a lo que vamos y no me gustan los que prometen amor o reincidencia.

Jaime me citó en un apartamento de alquiler cerca del centro, aunque nos vimos antes en la cafetería al lado del aparthotel. Lo que más me convenció fue que, nada más llegar, ya me contó que estaba casado y que el único problema que tenía con su mujer era que a ella le apetecía el sexo algo menos que a él, pero que la quería mucho y no solo eso, si no que también le encantaba hacerlo con la esposa, Lucía.

Poco más tarde ya estábamos en la cama. Mientras empezábamos le advertí de que en algún momento iba a sacarme una foto para mandársela a Luis y cumplir así su fantasía. A él le encantó la idea y me sugirió varias posturas para el momento de la fotico. Tal como me imaginé, Jaime fue al asunto y a la vez fue delicado y educado, no soltó palabrotas inútiles y me dio un placer tremendo durante hora y media sin interrupciones.

Yo hice un par de fotos: la primera en medio de la faena y otra al final, con una buena rociada en el vientre y los pechos. Sonreí en ambos casos y le mandé la foto a Luis con un comentario breve: "Saludos" y "Hasta luego, cariño".

Cuando llegué a casa me encontré a Luis mirando mis fotos y masturbándose, y loco por penetrarme.





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