20. EDU PISSING
Conocí a Edu por mediación de Marga. Llevaba tiempo queriendo verla para un asunto personal y al fin me dijo que nos podíamos ver una tarde para tomar un café. Marga siempre está muy ocupada con su trabajo y sus hijos. Me advirtió de que se había citado con un ligue nuevo muy prometedor y de que tendríamos una hora de margen para hablar a solas. Marga busca amantes, pero la verdad es que busca novios y eso la lleva a cometer algunos errores, como todos comprenderéis.
A la hora indicada apareció Edu. Es un tipo cincuentón muy bien conservado, pelo gris impecable y cortado al cepillo, de complexión fuerte y grandote, con unas manos enormes. Lo más llamativo en él es su educación, casi anticuado, casi refinado. Nos saludó a ambas y luego se marchó con ella. Yo, sabiendo de otros disgustos anteriores de Marga, le pedí que me contase cómo había terminado todo en cuanto pudiese.
No fue hasta la mañana siguiente cuando recibí un mensaje de ella: "Si quieres tener una experiencia diferente queda con Edu, yo no voy a repetir". Y me escribía su número.
Por aquellos días yo andaba un poco aburrida y pensé que no iba a perder nada por quedar con Edu. Hablamos por teléfono unos minutos, durante los cuales le puntualicé mis aficiones y le precisé que no ando buscando novio, mayormente porque estoy casada. Eso le encantó.
Me citó en un hotel discreto de las afueras a donde van comerciales de empresas, todo gente taciturna y solitaria. Subimos a la habitación, en la que se destacaba una enorme bañera circular. También vi dos botellas grandes de agua encima de la mesita. Edu, mientras nos empezábamos a toquetear, se bebió una entera y casi del tirón.
-¿Te apetece que nos bañemos? -dijo mientras abría el grifo.
Dije que sí, claro está. Ya había descubierto que detrás de su educación impoluta, Edu es un morboso de mucho cuidado: sus miradas y sus manos rápidas y desvergonzadas me lo estaban demostrando, ya que en un momento me había dejado un pecho al aire, tenía dos dedos en mi vagina (e iba en busca de mi ano con el dedo gordo) y me estaba lamiendo el cuello con una lengua gordota y caliente.
Cuando yo iba a quitarme el vestido para entrar en el asunto, viendo sus prisas (a mi tampoco me gustan mucho los prólogos) me sorprendió pidiéndome que no lo hiciera, que le gusta ver como la ropa se pega al cuerpo con el agua. Eso me corroboró lo muy morboso que es Edu, de modo que seguí excitándome un poco más si cabe.
Sin embargo, él si se desnudó por completo y eso me permitió descubrir lo que había supuesto: un pene no muy largo pero sí muy ancho, muy moreno, con un glande hinchado y rosa que era una delicia. Nos metimos en la bañera. Yo estaba dispuesta a sumergirme para darle el gusto de ver la ropa adherida a la piel, pero entonces me agarró por la muñeca y me mantuvo arrodillada ante sí. Se meneó un poco el pene y entonces, cuando yo abría la boca para lamerle, lo comprendí todo: de repente y sin avisar ni pedir permiso, soltó una meada potente y larguísima que me dio en la frente de principio para luego pasearse arriba y abajo de mi cara y de lado a lado. La acción me pilló completamente desprevenida. Primero tuve un susto, luego me entró la risa tonta (que me cortó con un cachete) y por fin empecé a gozar de ese chorro caliente y a presión que me iba llenando todo el cuerpo, resbalando por él, empapando mi vestido de flores fucsias.
La excitación fue tan grande que yo, de improviso, le tumbé en la bañera y le monté como una jabata, cabalgándole entre gritos y gemidos y goteando por todas partes.
Terminamos en la cama, en donde él se descargó a gusto en mi cuello. Estábamos agotados. Así que le dije:
-Encarga dos botellas de agua pero ya.
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