21. EL INCIDENTE CON LA PAREJA AMIGA



Os voy a contar algo cómico que me sucedió. Me suelo tomar el sexo con humor, pero la verdad es que en esta ocasión está justificado. Aunque no todo el mundo vivió esos sucesos del mismo modo.

Sebas y Estefanía son una pareja liberal que conocimos tiempo atrás en un club. Hicimos buenas migas y nos vemos de vez en cuando. Des del principio, entre Estefanía y yo hubo algo de competición por estar más sexys y divertidas, aunque era una competición sana. Sin embargo, entre Luis y Sebas ya vi de entrada que surgía algo de celos, ya que ambos pretenden ser los protagonistas de la velada. Sebas tolera bien que Luis penetre a Estefanía, pero ya no le gusta tanto que le meta el pene en la boca. Y, por otra parte, sé que Luis se incomoda un poco cada vez que ve a Sebas regándome las mejillas con esa abundancia suya tan desmesurada.

En cierta ocasión, Luis tuvo un descuido durante un momento álgido e, involuntariamente, le entró por el ano. Ella dio un respingo. Y Sebas protestó: "a mi mujer no le gusta por detrás", dijo muy serio. Luis se disculpó. Yo miré a Estefanía y me pareció que a ella el error no le había disgustado nada, a pesar del grito, más de sorpresa que de dolor. 

Pero el peor incidente estaba por llegar, y eso sucedió hace dos semanas. Nos habíamos citado en nuestra casa. Yo les recibí con medias y ligueros, ni tan siquiera con bragas. Supera eso, pensaba. Estefanía esperaba en el rellano con un salto de cama casi transparente y en verdad muy erótico que le debía de haber costado un dineral y el tanga más pequeño que he visto jamás.

Nos metimos muy pronto en la faena, ya que el atuendo de las dos mujeres subió el ánimo de los hombres en cuestión de segundos. Mientras mi marido descorchaba un vinito francés, Sebas me puso a cuatro patas y empezó a golpearme las nalgas con su pene durísimo. Estefanía masajeaba el culo de su marido y me frotaba los pechos. En cuanto Luis se dió la vuelta, inocente y con las copas de vino inútiles en la mano, decidió que debía marcar territorio e hizo lo que suele hacer en estas ocasiones. Se arrodilló delante de mi y se encargó de mi boca. Me conozco lo que viene a continuación: mi marido cree que la mejor forma de marcar territorio es soltar su esperma en mi cara, así que me preparé para el momento. Creo que a Estefanía le disgustó verse relegada a un segundo plano.

Y entonces sucedió lo imprevisto. Luis se hirguió para correrse a gusto y se dio demasiado fuerte con la mano, de forma que la salpicadura que lanzó, en vez de dar en mi cara, saltó por encima de mi cuerpo e impactó en la mejilla de Sebas. Escuché el grito de sorpresa de Estefanía y el "¡joder!" muy cabreado de Sebas. Me di la vuelta y contemplé la escena, atónita: que Luis alcance estas distancias es muy excepcional por no decir nunca visto, ya que nunca le sucede cuando está conmigo a solas.

Que a Estefanía le diese un ataque de risa en este momento no ayudó en nada a calmar el ánimo de él, muy sulfurado, buscando algo para limpiarse mientras mencionaba a todos los demonios del averno. 

Otro se lo habría tomado como algo muy morboso y cachondo, pero a él le dio por sentirse humillado. Luis, para solucionar el mal momento y tras disculparse, le ofreció una compensación. ¿Qué compensación? Llévate a Liz a la cama de los invitados y haz lo que quieras. No os quiero contar lo que me hizo Sebas, basta con decir que dejó todos mis orificios saciados y terminó cumpliendo una fantasía suya que incluye mi lengua y su culo. Me hizo prometer que no le contaría nunca ese final a Estefanía.

Al terminar, y luego ya solos, Luis me preguntó por los alaridos de placer bestiales que había lanzado Sebas en el cuarto. Nada especial, le dije, lo normal, solo que iba muy salido. Claro, respondió, yo solo le he lamido un poco a Estefi mientras ella se bebía el vinito.



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