26. EL AMIGO DEL FOTÓGRAFO

Se acercaba el cumple de mi marido y yo me devanaba los sesos pensando en hacerle un buen regalo. Entre las opciones que pensaba fue ganando puntos la del regalo morboso. Cuando descubrí al fotógrafo del rollo swinger me di cuenta de que había dado con lo que andaba buscando. 

El fotógrafo se anuncia en la web swinger como un aficionado a la fotografía erótica muy versátil, dispuesto a escuchar propuestas de todo tipo. Vi que saca fotos de parejas, de chicos solos y de chicas solas, y siempre lo resuelve con arte. Sus fotos son artísticas y morbosas a la vez. En este momento, pensé que una colección de fotos eróticas de alta calidad para mi marido sería el regalo ideal.

Me puse en contacto con el fotógrafo y tuvimos una charla. Tras exponerle mi idea, y como era previsible, no tardamos en tener una conversación subida de tono de la que no os puedo dar muchos detalles. Terminé por aceptar una tarifa mediana que incluía la participación de un amigo del fotógrafo que le daría un toque porno a las fotos ya que eso excitaría mucho a Luis. Me convenció.

Llegó el día de la sesión de fotos y me presenté en el estudio. La verdad es que se trata de un estudio muy profesional, con todo y más de lo que una espera. hay decorados, escenarios, focos, pantallas... Creo que me olvido de algunos detalles. Estuve hablando unos minutos con el artista antes de que alguien llamase al timbre. Apareció un tipo impactante, alto y musculado, de unos treinta años. Apenas nos habíamos saludado (yo con algo de rubor) cuando el chico reapareció de atrás de un biombo no solo completamente desnudo sino que también brutalmente erecto y dispuesto al trabajo. Un profesional sin duda alguna.

El fotógrafo fue dirigiendo las escenas. Me ordenó las posturas con todo detalle y con delicadeza. De repente requirió la participación del amigo.

-Ya que esas fotos son un regalo para tu marido, procura mantener el signo de los cuernos todo el rato -me ordenó.

Yo hice lo que pude y creo que lo logré bastante bien. Lo más difícil sucedió cuando el fotógrafo dijo: "¡Perrito invertido!", ya que es una postura que no me habían practicado nunca y me quedé a cuadros. Fue lo más maravilloso de esa tarde. Lo gocé como una posesa y creo que mantuve la mano con los cuernos casi todo el rato.

Como os podéis suponer, cuando terminamos la sesión y el amigo se largó, el fotógrafo y yo negociamos el precio de su trabajo durante un buen rato.




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