6. CASTAÑUELAS EN MI CULO
Mario y yo nos conocimos en un club cerca de la Plaza de España. Él estaba con su pareja y yo con la mía, a la espera de lo que pudiese surgir. Mi marido y yo nos tocábamos y nos excitábamos pero sin perder ojo a nuestro alrededor. Me di cuenta de que Luis se fijaba mucho en una chica muy delgada que estaba con un amante torpe, y comprendí que esta noche, tarde o temprano, se la iba a tirar.
Mario y yo estábamos muy cerca, apenas a un metro. Así que pude ver sus movimientos con todo detalle. Puso a su mujer a cuatro patas y empezó a follársela lentamente, sin dejar de mirar alrededor. Así fue como encontró mi mirada. Mario es un hombre maduro y de buen ver, y su mujer está muy bien conservada. Yo intenté mostrarme para que se fijase en mi, así que hice posturitas y tonterías para exhibirme. Mi marido se reía sin comprender, demasiado pendiente de la mujer delgada que le atraía y que se nos iba acercando mientras su amigo, el muy estúpido, la empujaba hacia nosotros intentándola cabalgar sin éxito.
Mientras Mario penetraba a su mujer no dejó mi mirada y yo comprendí que algo iba a pasar entre él y yo. Y entonces, de repente, le propinó una nalgada que yo sentí en mi nalga, puesto que la azotó mirándome a mi. Yo estaba viendo como mi marido le lamía el coño a la joven delgaducha, pero dejé de mirarles y me concentré en lo que le Mario le hacía a su pareja. El hombre aumentó el ritmo de sus embites y de las nalgadas hasta llegar a un punto en el que sonaban como unas castañuelas. Le daba cachetes en ambas nalgas a un ritmo vertiginoso. Me di cuenta de que mucha gente les miraba, se reían y comentaban.
Algo más tarde coincidimos, Mario y yo, en la barra del bar, codo con codo. Sentí mucha tensión en mi codo y supe que íbamos a sentir mucho más. Ambos estábamos desnudos y sonrientes. Le expresé mi admiración por su ritmo. Mario le pidió un bolígrafo al barman y me anotó su número en la palma de la mano. No me dijo nada más, aunque me tocó los pechos y me besó en la nuca.
Dos días después le llamé, por supuesto. Esperaba que me citaría en un hotelito, pero me sugirió vernos en el mismo club en donde nos conocimos. Eso me excitó muchísimo. Tuve que hacer varias maniobras para complacerle, pero al fin fue posible. Aunque con mi marido compartimos aventuras, ambos nos hemos dado permiso para vivir nuestras cosas y sin necesidad de dar explicaciones.
Me presenté a la cita desnuda, sin lencería ni nada. Solo un collar y mi anillo de casada. Mario y yo nos pusimos enmedio de la gran cama. Yo sabía que me quería a cuatro patas y así lo hice, sin esperar a que me lo pidiese.
Y empezó el concierto. Mi culo sonó como unas castañuelas y todo el mundo nos miró. Cuando al fin terminó, dejándome las nalgas rojas y bien regadas, se tumbó a un lado, exhausto. Nos besamos como amigos.
Enseguida aparecieron varios pretendientes, excitadísimos con el espectáculo. Elegí al más joven y más dotado. Cuando el chico terminó rocíandome en los pechos, busqué a Mario pero él no estaba en ninguna parte y supe que no le volvería a ver. Aunque la verdad es que me gustaría repetir con él en mi cama.
Comentarios
Publicar un comentario