30. MI PRIMERA DOBLE


Aunque mi marido y yo llevábamos varios tríos en nuestro haber, la verdad es que jamás me había llegado el momento de experimentar una doble penetración.

Sé perfectamente que eso es una fantasía, y que salvo los actores del porno nadie sabe hacerla bien. Pero una no deja de fantasear. Llevaba un tiempo pensando en las dobles e incluso me puse a buscar vídeos, que no faltan. La mayoría de las imágenes nos muestran lo que todas pensamos: tener un pene en la vagina y otro en el ano. Pero he ahí que descubrí las dobles vaginales e incluso las anales, que deben ser dolorosas para la mujer.
Justamente por esta época, Luis contactó con un macho corneador experimentado y le invitó a casa. Yo estaba nerviosa, pero en el buen sentido: sentía que se aproximaba mi primera experiencia de doble penetración. Y la verdad es que todo fue bien, pero resultó imposible completar la doble. Una vez fallaba uno, otra vez el otro, e incluso a mi me entró un ataque de risa que fastidió el último intento.

Tuve que esperar a otra cita, tras conocer a Jotaeme en un club. Muy cerca de donde Luis y yo estábamos tumbado apareció una pareja algo madura acompañada de dos tipos de muy buen ver y que, visiblemente, eran amigos. El marido se apartó un poco y les indicó a los dos amigos que podían proceder. Viéndoles, parecía que la doble penetración es algo sencillo de ejecutar: los dos amigos se lo conocían de memoria y aquello pareció una coreografía ensayada muchas veces. Y quizás era así. La mujer sintió tanto placer que me entró la envidia, y Luis se dio cuenta de que yo no podía apartar los ojos de la escena.

Algo más tarde, vi que Luis hablaba con uno de los dos chicos. Y supe que no tardaría mucho en verlo en casa. Así fue.

Jotaeme me dejó algunos recuerdos inolvidables. Empezó por decirme:
-Te voy a poner con las plantas de los pies mirando al techo.
Y en un santiamén ya me tenía en esa posición, que es una de mis preferidas.

Tras un buen rato de cambiar de ritmo mientras me tenía así, me dio la vuelta y empezó a darme por todas partes, moviendo mi cuerpo como si fuese el de una muñeca.

En algún cambio de esos, yo hice el ademán de acercar mi boca a su gran pene, pero el me indicó que no, y me dejó la segunda frase:
-Eso es solo para mi novia.

Hasta ahí, Luis había estado tumbado a mi lado, sin perder detalle y tocándose, pero sin participar (salvo para acariciarme lo pechos de vez en cuando). Pero de repente apareció la tercera frase de Jotaeme:
-Prepárate, cornudo, que le vamos a dar la doble que está deseando. Quítate ya los calzoncillos.

Jotaeme dirigió las operaciones con maestría. Dispuso a mi marido debajo de mi y él se encargó del resto. Me ordenó que agarrase el miembro de mi marido de forma que no pudieses salirse y en pocos segundo sentí como su pene entraba en mi ano suavemente (me escupió en él un par de veces, previamente). Estuvo dándome durante todo el tiempo que quiso. Yo primero pensé que iba a explotar de placer, luego se me ocurrió que jamás me volverían a follar así, e incluso sentí las ganas de decirle que quería ser su novia -pero me lo callé- y luego empecé a sentir orgasmos anales, algo que siempre había pensado que era pura ilusión.

Luis se corrió dos veces, algo increíble en él. Y de repente sonó una alarma en el móvil de Jotaeme. Entonces sacó su pene y me regaló su esperma en la espalda. Me besó en las nalgas y empezó a vestirse. Se me ocurrió que quizás era justamente su novia quien le reclamaba.

Pero antes de que Jotaeme se largase, me di cuenta de que Luis hacía algunos movimientos sospechosos y le pillé: le estaba dando dinero, tras lo cual ambos encajaron las manos.

Saber que mi primera doble me la hizo un profesional que cobra por sus servicios me dejó perpleja en el primer instante, pero cada vez que lo recuerdo me entra una excitación tremenda.

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