33. BAILAR EN LA BARRA DE FEDE

Una vez casada con Luis, poquísimas han sido las veces en las que he quedado con un chico sin decirle nada a mi marido y, para ser sincera, ninguna merece reseña alguna. Solo hay una salvedad, y esa salvedad se llama Fede.

Fede llevaba meses insistiéndome por el chat de los swingers y aunque a mi me excitaban sus súplicas, siempre tuve claro que Fede es un tipo de hombre que busca mujeres muy distintas a mi. Es mucho más joven, es un hombre de gimnasio y le gustan las chicas delgadas. Sin embargo, una noche me contó por fin algo personal que me removió: su novia de muchos años le había dejado por un maduro ricachón con chalé en la costa y Fede necesitaba vengarse. Fede es un currante de barrio, como yo.

Recordé entonces las fotos en las que le había visto, muy excitantes y sin duda con esa novia que le dejó. Y recordé que en algunas fotos se veía una barra de "pole dancer" al lado de su cama, algo que retuve porqué me llamó la atención en su momento.

Entre las ganas de satisfacer a su venganza y la curiosidad por esa barra de danzarina, terminé por sucumbir a sus ruegos, así que acepté una cita en su casa. Llegué tan excitada ante su puerta que me presenté desnuda, solo con unos ligueros.

Fede me tuvo en todas las posturas imaginables y con la energía que yo me temía en un chico joven y rabioso. Solo al final me pidió que me agarrase a la barra de danzarina, y fue allí donde me dió lo mejor que recuerdo de aquélla tarde. Mientras me penetraba estando yo agarrada a la pole dancer, sacó un montón de fotos. Se las iba mandando a su exnovia sobre la marcha. Y, a pesar de eso, yo saqué tanto placer de aquélla situación que no le puedo reprochar nada.

Regresé a mi casa exhausta, agotada por completo. Nada más llegar me tuve que poner a dormir, ya que mi cuerpo no podía más.

Unos días más tarde, Fede me mandó un mensaje: su exnovia había visto mis fotos y tras ello le había pedido un almuerzo para hablar. Estaba muy claro que Fede y la chica volverían a su relación y yo me sentí orgullosa de haberles arreglado. Algunas veces, lo confieso, he deseado que Fede tenga una nueva crisis con su novia y yo pueda echarle una mano de nuevo. 




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