40. LLEGA EL EMPOTRADOR

Sara me llamó un domingo por la mañana muy alterada. Su voz sonaba nerviosa y entrecortada, casi como jadeando. Me advirtió de que llamaba des del balcón, para no ser oída por su marido, que todavía dormía.

-Ayer me pasó algo tremendo -me dijo- Te lo tengo que contar enseguida o reviento.

-Cuenta, cuéntamelo ya -le espeté yo, sabiendo que solo podía tratarse de una de sus aventuras swingers.

Y me lo contó:

"Llevaba un tiempo tonteando por la web con un tipo de esos de gimnasio, uno de treinta con músculos y pene grande. En sus fotos solo se le ve con chicas monísimas y jovencitas, ya sabes. Pero de vez en cuando me mandaba mensajes y piropos, y me contaba que le gustan las mujeres de mi edad. Yo me lo tomaba medio en broma y les respondía con cumplidos algo subidos de tono, claro está, y le contaba que tenía un pene delicioso y esas cosas porqué es verdad: el tipo tiene una tranca majestuosa, de campeonato.

Una noche, en la que el chico debía de estar ocioso, me entró con más pasión y empezó a prometerme arrebatos que yo llevo años sin escuchar. La charla fue subiendo de voltios y entonces, ya muy cachondo, me dijo que sus amigas le conocían por "el empotrador", ya que siempre terminaba poniendo a sus amantes cara a la pared para darles un buen escarmiento. ¿Un escarmiento? le pregunté yo, que ya andaba cachonda perdida. Claro, me respondió él: siempre termino dándoles por el culo a saco.

Sentí un escozor en el clítoris en cuanto me dijo eso último y entonces a mi no se me ocurrió nada mejor que preguntarle: ¿Y qué es el lo que más te gusta cuando haces eso? A lo que él me respondió sin dudar ni un segundo: Lo que más me gusta es que tu marido Carlos nos esté mirando mientras te rompo el culo.

En este momento sentí que me llegaba un orgasmo y no pude hacer otra cosa que no fuera invitarle a casa. Nos pusimos de acuerdo en el día y la hora a toda prisa. Y solo te diré una cosa: el tipo cumple lo que promete, te lo juro. Cada vez que lo recuerdo me vuelvo a correr, solo te digo eso".

Hablé un rato más con Sara. Luego le pedí las señas del chico. Si todo va bien, pasado mañana me veo con él y mi marido Luis contemplará la escena con su cámara preparada. Estoy nerviosa.



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