41. MI MARIDO YA NO ME FOLLA
"Mi marido ya no me folla", me dijo Marga un viernes por la tarde cuando quedamos para tomar café en su casa. Pero no te creas que es otra cosa, siguió ella: le he pillado muchas veces pajeándose en la ducha y otras varias ante a pantalla del ordenador, y te aseguro que el aparato le funciona muy bien. Eso me da mucha rabia.
Quizás esté pasando por un momento difícil y no te lo cuenta, le dije yo, sin dejar de pensar que Sergio, el marido de Marga, es un tipo muy atractivo y muy bien dotado, cosa que se gracias a las ocasiones en las que estuvimos las dos parejas en el club liberal de Plaza España.
-Creo que deberías proponerle algo diferente, a ver si eso le devuelve el interés por ti -le dije- Eso les pasa mucho a los hombres. Quizás deberíais volver a los clubes. Tienes que hablar con él, creo que lleváis mucho tiempo sin la cosa swinger y eso lo puede enfriar todo.
Marga se quedó pensativa y me respondió que igual yo llevaba razón. Unos días más tarde me llamó para contarme que había hablado con Sergio y él le admitió su cansancio y la falta de aventuras, y que echaba de menos sus tiempos en los clubes.
-Lo que más me sorprendió es la fantasía que me contó: me dijo que deseaba ver como una mujer me comía el coño. Eso no me lo había dicho nunca. ¿Tú que opinas?
Me quedé en silencio, ya que enseguida comprendí lo que Marga me contaba aún sin decírmelo. Estuve segura enseguida de que me estaba proponiendo un trío con Sergio, y eso me desconcertó. Luego empecé a pensar en Sergio y al fin, unas horas más tarde, le respondí: -Si quieres lo probamos.
Debo confesar la verdad: tras ver el pene de Sergio las veces que estuvimos en clubes con ellos siempre me quedé con las ganas de catarlo.
Le conté a mi marido que le debía un favor a mi amiga Marga y una tarde me presenté en su casa. Marga y Sergio ya estaban desnudos y eso me puso muy caliente: Sergio estaba empalmado. Nos pusimos en la cama y masturbé a Marga, aunque tuve que vencer mis reparos y mi falta de experiencia en la cosa homosexual. Un rato más tarde incluso osé lamerle la vagina. Mientras tanto, Sergio se masturbaba a cierta distancia, complacido con el espectáculo pero sin intervenir y algo apático.
Viendo que su marido no se animaba lo suficiente, Marga intercambió los papeles y me tendió en la cama. Me abrió las piernas y me comió el coño con deleite, al tiempo que abría sus piernas esperando que Sergio la penetrase.
Sin embargo, Sergio se acercó a mi muy excitado y me penetró la boca con su pene, y lo hizo como si no hubiese un mañana: me trató la boca como si fuese un coño. Ni más ni menos. Yo me quedé desconcertada aunque feliz ya que, como os dije, Sergio es atractivo y bien se merece una buena mamada. Se me corrió en la cara pegando gritos mientras Marga seguía lamiéndome.
Marga no me ha llamado desde entonces.
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