51. MI MARIDO SE LA COMIÓ A MAX

Juan y Margarita estaban en un club liberal por primera vez, algo tímidos y cohibidos. Habían decidido acudir allí tras experimentar el tedio habitual en la parejas muy longevas, y después de investigar qué métodos se pueden emplear para reavivar las relaciones muy largas: se conocieron a los 18 años, y solo Margarita había tenido anteriormente un novio, en una relación de apenas unos meses. Juan, antes de empezar su noviazgo con Margarita, tuvo un par de escarceos y una experiencia con una prostituta.

Tardaron unas semanas en decidirse, pero por fin se inclinaron por probar con las relaciones liberales y los clubes de intercambio.

Acudieron a uno que les quedaba lejos de casa, temerosos de encontrarse con gente conocida o con familiares si iban a uno de su ciudad. 

Una vez allí, a más de 100 kilómetros, se sentaron en el saloncito de la entrada. Vieron a las personas que entraban y se empequeñecieron. No eran capaces de entrar a la zona oscura. Hasta que entablaron conversación con una pareja que se sentó a su lado. Eran viejos clientes del local y, tras enterarse de su situación, se ofrecieron para darles una vuelta y mostrarles las instalaciones, con sus rincones secretos y sus posibilidades.

Juan y Margarita aceptaron encantados. Juan se quedó prendado enseguida de la mujer, Tania, rubia y despampanante. El hombre, Max, estaba deseando a Margarita des del primer momento y sin disimulo alguno, ya que lo primero que le soltó es que se alegraba de encontrarse a una posible pareja de juegos en aquel lugar. Margarita se sintió halagada, ya que Max era un tipo muy atractivo, de esos que pueden conseguir parejas sexuales sin esfuerzo alguno. Tras dar la vuelta por el interior del club, Max y Tania no tardaron en convencerles de tumbarse los cuatro en una de las camas. Sin dilación alguna, Max le pidió a Margarita que se pusiera cómoda. Ella se quitó parte de la ropa. Max le exigió que se quitara algo más y, tras ser obedecido, empezó a manosearla.

Margarita se excitó enseguida, y lanzó su mano hacia el pene de Max, que encontró dispuesto a lo que fuese. Y Max, con pocos movimientos, la sentó en su regazo, a lo que ella empezó a cabalgarle con sumo placer, primero despacio y luego cada vez más aprisa, cada vez más atolondrada.

 Juan no osaba hacer lo mismo con Tania, hasta que ella le susurró al oído:

-Mi marido es celoso pero también es bisex, así que si se la comes un ratito te dejará que me folles.

Juan, que siempre se había sentido completamente hétero, se abalanzó sobre el pene de Max y se lo lamió para después tragárselo con ahínco. Max siguió fornicando con Margarita y Tania cumplió su palabra: se dejó penetrar un buen rato por Juan.

Cuando se marcharon, Margarita le comentó a Juan que le había sorprendido su comportamiento, y a Juan no se le ocurrió nada menos que responderle:

-He resbalado y me he caído de cara encima del pene de Max, eso es todo.

Cada vez que Juan recuerda ese momento siento otra vez la humillación, y ese sentimiento le produce una excitación incontrolable y se tiene que masturbar.

Margarita se sonrió. Al mismo tiempo que decidió que, a partir de este día, serían una pareja liberal con todas sus consecuencias. 



Comentarios

Entradas populares de este blog

160. CITA SECRETA CON MI EMPOTRADOR

159. NO SIN MI MARIDO

3. UNA SORPRESA PARA MI MARIDO