61. LA VENGANZA SWINGER DE CLARA
Clara es una amiga que, hasta hace poco, no estaba interesada en las aventuras swinger. Cuando hablábamos entre amigas del tema delante de ella, Clara se reía y nos decía "sois unas locazas", aunque siempre estaba atenta. Eso fue así durante mucho tiempo, pero tres semanas atrás quedé con ella , ya que me pidió hablar conmigo a solas.
Quedamos en una cafetería y me contó:
-Verás, el asunto es que mi marido lleva tiempo sin interesarse por mi en la cama y cuando se lo dije me respondió que me estoy poniendo muy gorda y eso le echa para atrás. ¿Te lo puedes creer? me dice que no le apetezco, con tantos quilos. Y entonces pensé... pensé en hablar contigo de lo que tu ya sabes, porqué quiero darle una lección. Y creo que me puedes ayudar a darle la lección que se merece. Lo que he pensado es que quizás tu, que tienes contactos, me puedes organizar algo.
-Y ¿porqué no sales a ligar una tarde y te tiras a alguno? Es muy fácil quedar con hombres, solo tienes que meterte en una página de contactos y...
-Ya lo he pensado, pero no. En primer lugar: imagínate que Manuel me coge el teléfono y lo descubre. Y luego lo otro: igual doy con uno que se encariña y me manda flores, o que es un pesado, o un maniático, vete a saber. Por lo que te he escuchado a ti, esos tíos swingers saben a lo que van y no se andan con tonterías y además... además debo confesarte que me pone cachonda lo que contáis a veces...
-Bienvenida al club -le dije, y le di un beso en la boca- Has tomado una buena decisión y no te arrepentirás.
Y a continuación me puse a buscarle un buen plan. Tras rastrear un poco, hice una primera selección de cuatro corneadores de confianza, y le mandé a Clara unas fotos. Ella tardó poco en responderme: "Me han gustado mucho dos de esos hombres que me recomiendas, Robe y Mario. No se con cual quedarme...
-Pues quédate con los dos -le respondí yo en plan de broma.
-Vale. Me quedo con los dos -respondió ella completamente en serio y sin titubear, para mi asombro.
"¡Vaya con Clara" pensé yo: "Nos trataba de locazas y ahora resulta que quiere un trío con dos machos así de pronto".
Hablé con los dos chicos y, como os podéis imaginar, ambos estuvieron encantados. Como son amigos y con experiencias similares, no tuvieron ningún reparo en compartir a una mujer. Robe me aseguró de que se reservaría unos días para poder satisfacer a Clara tal como se merecía (Robe suelta unas corridas tremendas) y Mario me dijo algo similar, aunque añadió algo en lo que yo no había pensado: creo que tu amiga necesitará unas fotos del encuentro, y creo que nadie más indicado que tu para sacárselas.
Le conté la sugerencia de Mario a Clara y ella se alegró: "Me encantará que me acompañes en este paso de mi vida".
Reservamos una habitación en un hotelito en el que ya me conocen y no ponen reparos a nada y el día de la cita pasé a buscar a Clara a la salida de su trabajo. Ella vestía bastante normalita, pero me contó que llevaba ropa interior especial para la ocasión.
Cuando llegaron los dos corneadores, Clara puso una expresión de alegría tremenda.
-Uauuuuu son altísimos, guapísimos y... muy bien dotados... -murmuró mientras ellos se desnudaban.
Y en menos que canta un gallo, vi a Clara de rodillas ante los dos hombretones, ya dispuesta a todo. Me apresuré en sacar la cámara, ya que la cosa se precipitaba.
Tras unos primeros tientos, los dos corneadores se pusieron de acuerdo y demostraron su complicidad y su profesionalidad: a los veinte minutos Clara ya estaba en plena doble penetración, que se prolongó durante un montón de tiempo durante el cual los dos se alternaron.
Igual le saqué un centenar de fotos, capturando los momentos más intensos. Al fin, Robe le soltó su legendaria corrida en cara y pechos en varias andanadas que parecían no tener fin, y durante cada una de ellas Clara chillaba de placer mientras recibía chorretones de esperma de un modo jamás conocido por ella.
Me di cuenta tarde de lo que estaba sucediendo: Mario no solo me había sugerido sacar fotos. Cuando me lo sugirió, también estaba pensando en algo más. Me miró a los ojos y comprendí. Como os podéis suponer, yo estaba lo bastante excitada como para aceptar enseguida.
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