66. JANIRA SE ESTRENA DE SWINGER A LOS 24
Janira, a los 24, descubrió que su segundo novio se había liado con una de 18. Con el primero, la relación había terminado de un modo parecido, tras descubrir ella las infidelidades frecuentes del chico. Todo eso la llevó a pensar que quizás se había equivocado de modelo de relación y, entre otras opciones, decidió probar por la swinger. Allí, por lo menos, no había infidelidad.
Janira había conocido el mundo swinger gracias a su amiga Cris. Pero no porque Cris fuese swinger, si no porqué su amiga había descubierto que su madre y su padre llevaban una doble vida como hotwife y cornudo. Cris se escandalizó al saberlo, pero a Janira le entró la curiosidad. Y así fue como supo de la web para liberales, a la que se apuntó. Se hizo unos selfies más bien explícitos los colgó y esperó.
No tardaron en lloverle las propuestas de hombres solos y de parejas que la invitaban. Viendo sus fotos, Janira descubrió los clubes liberales y sintió que era eso lo que le apetecía más. Pero enseguida se dio cuenta de que no tendría el valor suficiente como para presentarse sola en uno de esos locales, y que lo mejor sería ir acompañada de un hombre experimentado en eso. Y en eso se centró.
Hubo un hombre, Sergio, que le estuvo insistiendo en acompañarla a un club para mostrarle todo lo que se debe saber en estos lugares. Sergio era amable y solícito, y aparte de agasajar a Janira, le expuso su larga experiencia en el mundo swinger: había estado casado con una mujer swinger y a juzgar por sus fotos su vida era una aventura continuada con mujeres de toda clase, edad y color. Janira se sintió seducida por Sergio, ya que también era atractivo y estaba muy bien dotado.
Así fue como Sergio la convenció de tener unos primeros encuentros los dos solos, e ir luego a un club. De modo que quedaron en casa de Sergio una tarde de domingo. Antes de la cita, Janira se fue a la peluquería y se se pasó de castaña a rubia. Se depiló las ingles. Luego se compró ropa interior lo más escueta posible, aunque algo le decía que eso le duraría poco en el cuerpo.
Cuando le vio en persona, Janira se dio cuenta de que Sergio no tenía los 40 que prometía, si no quizás 50. Pero eso no impidió que lo siguiese viendo atractivo e incluso le aumentó el deseo, al sentirse capaz de llamar la atención de un hombre ya tan experimentado.
Sergio no se andó con muchos prolegómenos: la tumbó en un sofá enorme y le dispuso una toalla debajo "por si acaso", le dijo, cosa que a ella la excitó. El hombre le dijo que se iba a la cocina en busca de bebidas y regresó con ellas, además de completamente desnudo y ya visiblemente listo para la acción. La besó en el ano y ella, en correspondencia, le lamió el glande esférico y gordo mientras le aumentaba el deseo al pensar a cuántas mujeres debía haber penetrado ese miembro que ahora ella tenía en su poder y que iba a ser suyo en exclusiva por un tiempo.
Tal como ella había intuído en sus conversaciones anteriores, Sergio solo quería sexo anal. Y la verdad es que sabía como hacerlo, ya que se lo practicó con suavidad y el mínimo dolor a pesar de su gran pene.
Se vieron a solas un par de veces antes de llevarla a un club. En esas dos ocasiones, Sergio se esmeró a fondo y, mientras la penetraba, le iba contando situaciones en las que se iba a encontrar en el club. Janira se excitaba sin límite.
Por fin llegó el día de ir al club. Cuando entraron, Janira se dio cuenta de que Sergio era un tipo conocido allí, ya que varias mujeres -e incluso algunos hombres- le saludaron con más o menos deseo. Uno de ellos le agarró del brazo mientras le contaba: "He venido con mi mujer, y ella espera que la atiendas como tu sabes". Estuvieron un tiempo juntos, durante el cual Sergio se preocupó de que todo el mundo viese que Janira se prestaba sin remilgos a todo tipo de penetraciones. Luego desapareció y la dejó sola. Aunque por poco tiempo.
Cuando se fueron seis horas más tarde, era ella la que se llevaba la mayoría de los saludos y un montón de ofertas.
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