69. LO MEJOR DE UN SESENTA Y NUEVE

Hice mi primer 69 a los 17 con un noviete, pero tardé años en descubrir que el mejor 69 es el que se hace con dos amantes. Es decir, entre tres.

Dicho esto, y antes de contar mi historia, tengo que hablar de los diferentes tipos de corneadores que me he encontrado.

En primer lugar están los corneadores que piden exclusividad, y que solo permiten que la mujer le mande alguna foto al marido durante el acto, o bien que le llame en algún momento. Si te sacas una foto, él te pide que hagas el signo de los cuernos y, a veces, él también lo hace mientras sonríe a cámara.

En segundo lugar están los que se vienen a casa y lo hacen delante del marido, ya que eso es lo que más les excita: ver como el marido cornudo mira embobado y se masturba a una distancia mientras él arremete les pone a mil.

Y en tercer lugar están los que gustan de los tríos y quieren la participación del marido aunque se reserven para ellos la mejor parte. Entre esos últimos está mi corneador Jaime. Yo sospecho que quiere hacerlo con mi marido Luis para poder demostrarle a todo el mundo que él tiene el pene más grande, que tiene mayor aguante y que es capaz de correrse varias veces.

La última vez que vino a casa fue la del 69, algo que todavía no había sucedido.

Como de costumbre nos sentamos los tres en el sofá, yo en medio, y nos tomamos unos gintonics. Durante este rato Jaime empezó a toquetearme los pechos, a besarme en el cuello y a morderme las orejas hasta que escuchó mi primer gemido, motivado por el placer que me daba y por ver que Luis ya se había sacado el pene y empezaba a darle con fruición.

De repente, Jaime se levantó y nos dijo que quería vernos haciendo un 69, a lo cual Luis y yo nos pusimos sin rechistar. Una vez desnudos ambos y mientras nos poníamos en posición, vi que Jaime se lo tomaba con calma: primero se terminó su gintonic y luego empezó a quitarse la ropa despacio, plegándola y dejándola bien puesta en una silla. Por supuesto, no tardé mucho en sentir sus manos primero y luego su pene buscando la entrada por el mismo lugar en el que andaba la lengua de mi marido.

No tardó ni un minuto en suceder: de repente sentí que su pene se había salido pero, a juzgar por el sonido, tenía que haberse metido en otro lugar que... no podía ser otro que la boca de Luis.

-Hostias, disculpa, tío -le dijo Jaime, reprimiendo una risa- Ha sido un error.

Luis emitió un sonido gutural pero le disculpó.

Tal como me supuse, el "error" se repitió unas cuantas veces más y Jaime, viendo que Luis seguía sin protestar demasiado, se permitió en alguna ocasión darle varios empujones seguidos antes de corregir la trayectoria. Era evidente que se estaba divirtiendo con eso y la verdad es que a mi me ponía bastante cachonda.

En algún momento, Jaime decidió pasar al segundo nivel y sin cortarse ni un pelo dijo:

-Oye Luis, ya que estás ahí podrías chuparme los huevos un poco, eso me la pondrá más dura y tu mujercita disfrutará mucho más.

A mi me entró un subidón de placer ya que, en efecto, el pene de Jaime se hinchó todavía más. Luis no tardó nada en correrse en mis mejillas, con lo cual deduje que él estaba disfrutando de lo lindo. 

Un buen rato más tarde fue Jaime quien cambió de posición para darme su corrida en la misma mejilla que ya estaba goteando (a Jaime le encanta verme la cara bien salpicada).

-Ha sido un trío muy guay, le dije a Luis en cuanto Jaime ya se había marchado.

Y él me sonrió con la boca algo torcida.



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