78. ME PILLARON EN UN DESLIZ

La tarde que tenemos pactada con mi marido para la cita quincenal con Andrés -mi corneador-, le dejé una nota para recordárselo y que no me echara de menos: "Cariño, hoy he quedado con Andrés. Te quiero. Besos".

Aquel día yo sabía que me esperaba algo distinto por las insinuaciones que Andrés me había hecho en los días precedentes, pero era incapaz de saber de qué se trataba la sorpresa que me tenía preparada. Quizás por eso estaba más nerviosa de lo habitual antes de mi encuentro en el hotel que Andrés tiene reservado cada dos martes. En realidad, yo ya tenía una pista de lo que me esperaba, ya que mi corneador me había citado en la planta 5, que es la planta de las suites.

Me había puesto un vestido muy escotado y unos nuevos ligueros, ya que me gusta estrenar algo con Andrés para repetirlo después con mi marido. En esta ocasión también iba de estreno de braguitas, amén de que iba recién depilada: todo es poco para mi cita con mi amado corneador.

Cuando estaba llegando al hotel entró el mensaje de mi marido: "Cariño, acuérdate de mandarme la foto del día. Beso. Te quiero".  Es cierto: cada martes que quedo con Andrés le mando una foto para que sepa que estoy bien, y así el se tranquiliza y, a veces, se masturba con la imagen que le mando.

Cuando entré en la suite 512 descubrí enseguida lo que me esperaba: Andrés estaba ahí con cuatro amigos, y resultaba difícil decir cual de ellos era más atractivo. Los cinco estaban completamente desnudos y la mayoría de ellos muy preparados. Tanto era así que me olvidé de todo y me lancé al juego que siempre había deseado aunque jamás se lo había contado a nadie, ni tan siquiera a Andrés: verme protagonista de una gang bang. Es más: hace tiempo Andrés me había soltado que me veía muy capaz de eso y yo soslayé su propuesta y me hice la sorda.

Pero me había llegado el momento y me entregué a fondo. En nada me vi rodeada de los cinco machotes, con sus penes duros. Me arrodillé para sentir esos miembros percutiendo mi cara. Uno de ellos se deslizó debajo de mis nalgas y no fui capaz de darme cuenta hasta que le sentí entrando en la vagina.

De repente todos escuchamos el sonido de un mensaje que entraba en mi teléfono: "Cariño, no te olvides de mi foto". Todos nos reímos antes de volver a la faena, y yo le dije a Andrés que era importante mandarle la foto del martes a mi marido. Vi que Andrés me sacaba fotos y que luego le pasaba el móvil a uno de sus amigos, pero la verdad es que me despreocupé del asunto de mi marido y me dispuse a seguir viviendo con intensidad mi primera gang bang.

La fiesta terminó y regresé a mi casa. Mi marido me estaba esperando con una cara un poco agria. Me senté a su lado en el sofá. Él me mostró la foto que había recibido.

-Lo puedes ver, cari, ahí estoy trajinando con Andrés, como siempre -le dije yo quitándole importancia.

-¿Y Andrés es capaz de dejarte todos esos chorretones? 

Mi marido llevaba toda la razón: quien me hizo la foto tuvo la perspicacia de retratarme mientras Andrés me agarraba por detrás. En eso acertó. Pero no estuvo tan acertado al mandar la foto de cuando ya los demás se habían solazado encima de mi y se me veía salpicada por todas partes.

-¡Has hecho una gang bang y no me lo has dicho! -me recriminó mi marido.

Ante tal evidencia, no me quedaba otra que aceptarlo, y cuando me di la vuelta para confesarle mi debilidad, me encontré con que mi marido, incapaz de controlarse, acababa de soltarme su corrida encima de los muslos.


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