82. LA MEJOR FOTO DE MI ESPOSA


Relato de Luis, el marido cornudo de Laura:

-La mejor foto que tengo de mi esposa Laura es esta, y no es la foto de la boda ni de ningún evento familiar. Es la foto que me mandó una tarde cuando menos me la esperaba.

Os pongo en antecedentes:

Laura y yo nos casamos hace casi veinte años, y cuando empezamos a sentir los síntomas del aburrimiento en la pareja decidimos tomar cartas en el asunto y vivimos nuestras primeras experiencias swinger. Nos inscribimos en una web y a través de ella contactamos con parejas similares. Hicimos muchos intercambios, aunque la verdad es que siempre fueron cenas con otra pareja, con quien luego nos tumbábamos en la cama para jugar los cuatro.

Llegó un momento en el que con eso ya no nos bastaba, y entonces empezamos a acudir a clubes. Allí siguieron los intercambios más o menos previsibles, y alguna vez ella lo hizo con un chico solo delante de mi (y de todo el mundo). Allí descubrí que eso me excitaba muchísimo, y animé a Laura a seguir por ese camino: tu lo haces con un chico, yo os miro. Ella, sin embargo, era reticente a eso y seguía prefiriendo los intercambios y los juegos con cuatro en la cama.

Continuamos con nuestras prácticas habituales, pero yo me sentía deseoso de dar el paso siguiente. A veces se lo expresaba a Laura y ella me escuchaba, pero no sucedía nada nuevo. La consecuencia de esa situación era la previsible: nuestra relación se enfrió de nuevo en lo sexual hasta el punto en que sentí que quizás ya no tenía remedio. Una noche, tras intentar un polvo fallido, ambos nos miramos entristecidos. Yo me dispuse a dormir, pero me di cuenta de que Laura se levantaba y la escuché tecleando en el ordenador. Más tarde supe que estaba chateando con un chico, y que eso iba a cambiarlo todo.

Unos días más tarde, al llegar a casa tras el trabajo, recibí varios mensaje de whatsapp de Laura. Los abrí sin prisa, suponiendo que me iba a contar algo de su madre o de cualquier asunto doméstico. Nada más lejos de la realidad: los mensajes de Laura incluían dos audios y tres fotos, además de algunos textos.

El primer mensaje era un audio en el que se la escuchaba gemir en lo sin duda eran los instantes previos a un orgasmo. Se escuchaba también el jadeo indiscutible de un hombre que murmuraba algo. Luego estaba la primera foto: ella estaba sentada encima de un chico, desnuda, en pleno acto. Detrás de ellos había un trípode con una cámara y la imagen la tomaron en un espejo. Luego dos fotos, otro audio en el que ella  le pide la leche al chico y por fin tres mensajes de texto:
"Cariño, tiene una pollaza enorme".
"Me voy a la ducha, lo necesito".
"Creo que Riki quiere más, ya llegaré, no te preocupes".

Regresé a las fotos, como hipnotizado por ellas. Empecé a fijarme en los detalles: Laura exhibía su anillo de casada de forma muy visible. Llevaba un collarín de tachuelas que no había visto jamás y supuse que se lo había puesto su amante, así como la cadenita tobillera. Su peinado, en un moño alto, llevaba muchísimos años sin hacérselo y supuse que eso era un regalo para el tal Riki. Las medias con ligueros se las debió de haber comprado  para esa cita, y la verdad es que estaba muy sexy con todo eso.

Y al fin miré el pene del chico, largo y ancho, durísimo, entrando en la vagina de mi esposa. En este instante tuve la necesidad de masturbarme, aunque evité llegar al final para poderle ofrecer algo a Laura en cuanto llegase.

Y Laura llegó dos horas más tarde. Yo estaba tan excitado que aquella noche tuvimos más de tres horas de sexo del bueno. Cuando terminamos, Laura me advirtió:
-La semana próxima te excitarás mucho más.


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