84. MI REGALO DE CUMPLEAÑOS
Mi marido empezó a hablar de cambiarnos de coche para comprar uno más grande. A mi, de entrada, me parecía que el coche que tenemos es más que suficiente, y le dije que no veía el motivo para ese cambio.
Así, medio en serio y medio en broma, empezamos a discutir sobre la importancia del tamaño de las cosas hasta que, de repente, le solté que su pene no era muy grande pero al fin y al cabo a mi me gustaba. Él hizo como que no había ofendido, pero enseguida me recriminó que, cuando vamos a un club liberal, suelo liarme con los hombres más dotados. Y llevaba razón, porque es así.
Bueno, le respondí yo: del mismo modo que no me niego a montarme en un coche grande si nos llevan los amigos a alguna parte, tampoco veo que no pueda liarme con tipos grandotes en el club. Pero eso no tiene nada que ver con lo que estamos hablando.
La discusión terminó más o menos ahí, y no hablamos más del coche.
Un par de semanas más tarde llegó la fecha de mi cumpleaños y mi marido me llevó a cenar a un restaurante de las afueras. La primera sorpresa que me dio fue que, en vez de ir en nuestro coche, se presentó con un Volvo enorme, alquilado para la ocasión.
Tras la cena, y cuando yo pensaba que nos íbamos para casa, me dijo que me esperaba otro regalo. Paró delante de un hotel y me indicó:
-Tienes un regalo en la habitación 501. Yo te espero aquí.
Intrigada y presintiendo lo que me aguardaba en la 501, subí en el ascensor mientras sentía como la excitación me iba en aumento.
Llamé a la puerta y, efectivamente, me abrió un chico alto y guapo, completamente desnudo. La mirada se me fue enseguida hacia su pene enorme, que él agitaba despacio con una mano para mostrarme su erección, que era un portento. Creo que jamás había tenido tan cerca un pene de ese calibre. En la otra mano, el chico llevaba una cinta métrica, que me ofreció:
-Buenas noches, Maite. Soy Javier. Tu marido me ha pedido que te de esto, con el encargo de que me midas. No se qué juego os lleváis, pero por mi no hay problema y estaré encantado.
-Yo también estoy encantada, le respondí mientras me iba desnudando a toda prisa.
Un rato más tarde le mandé un mensaje a mi marido: No me esperes, vuelvo a casa por la mañana. Estoy midiendo.
Me pasé la noche tomando las medidas de Javier. Sus 22 centímetros de largo y 14 de diámetro se me quedaron grabados para siempre.
A la mañana siguiente, mi marido me preguntó si había cambiado de opinión respecto a lo de comprar un coche más grande.
-Bueno, le respondí. Te diré que uno grande es un gustazo. Pero a veces duele un poco, depende como.
Creo que ese día dormí hasta la hora de la cena.
Cuando me levanté, se lo dije de forma clara:
-El año próximo quiero dos coches grandes.
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