88. PREMIO AL MÁS CORNUDO
Es muy raro que los maridos cornudos se reúnan para hablar de sus cosas, pero no es imposible. Así pues, un domingo por la tarde de finales de veranos nos reunimos Paco, Jose y yo (Luis) para contarnos nuestras experiencias. Los tres tenemos eso en común: nuestras mujeres juegan al rol de hotwife y nosotros al de cornudo, aunque cada uno a su manera.
Aquella tarde nos contamos nuestros inicios en este juego:
Paco empezó con su papel de cornudo el día en que su mujer Tere y él habían quedado con Jaime, un amigo al que invitaban a veces para practicar tríos. Ese día Paco estaba algo apagado y, por lo que sea, no consiguió tener una erección en condiciones. No le quedó otra opción que contemplar como Jaime se hacía cargo de la situación él solito. Aunque Paco participó en los prolegómenos y algunos tocamientos durante el encuentro, pronto se conformó con mirar, sentado en una butaca frente al sofá en donde su esposa y el amigo Jaime jugaban a cambiar de posturas. Ahí descubrió que ese papel le daba mucho placer.
Jose y Laura, su mujer, solían organizar encuentros swinger en su casa con otras parejas. Jose, como anfitrión de las fiestas, siempre se otorgaba el derecho a yacer con todas. Por lo visto, los demás maridos se confabularon para terminar con esta situación y, en una de las citas, se presentaron solo los maridos. Jose tuvo que ver como todos los hombres yacían con Laura, uno tras otro o de dos en dos, y ella estaba radiante y encantada con la sorpresa, mucho más activa y lanzada que nunca hasta entonces. Al principio, Jose se sintió incomodado, pero al rato se dio cuenta de que la situación imprevista le ponía más caliente que en cualquier ocasión anterior. Llegó a eyacular dos veces en el suelo, casi sin poder controlarlo. A partir de ese, aunque sin renunciar a las fiestas con parejas, también organiza encuentros en los que solo invita a hombres y él se divierte mirando con un gintonic en la mano.
La forma en la que yo empecé de cornudo es la siguiente: Maite y yo estábamos acostumbrados a que yo le buscase sus amantes, y era yo quien organizaba las citas con los corneadores que iba encontrando en la web Swinger. A veces lo planificaba con ella y a veces le organizaba una cita por sorpresa, de modo que ella llegaba a casa y se encontraba con un amigo que la esperaba, o bien estábamos los dos viendo algo en la tele y de repente llamaba el chico (esas sorpresas le encantan). Aunque siempre nos funcionaba todo bien, llegó un día en el que Maite y mi invitado no sintonizaron demasiado. Esta situación me llevó a sugerirle que ella también podía organizar una sorpresa, y así se lo pedí.
Yo sabía que Maite se metía en la web algunas noches y andaba buscando posibles amantes, y eso me tenía excitado y alerta. Sabía que cualquier día sería yo quien, al llegar a casa, iba a encontrarme a Maite encamada con un corneador. Pasaron algunos días y no hubo novedades, de modo que pensé que quizás Maite se había echado atrás.
Una tarde en la que yo debía salir del trabajo a las seis recibí un mensaje de whatsapp de Maite pidiéndome que no me demorase, ya que teníamos algo importante que hacer. La verdad es que ese día se habían complicado mucho las cosas en el trabajo, hubo problemas y tuvimos reuniones urgentes para tratar de resolverlos. Terminé tardísimo. Mientras regresaba en el coche escuché como sonaban varios avisos de mensajes en el móvil, pero tengo por norma no mirar el teléfono mientras conduzco. Cuando por fin aparqué, abrí el aparato y me encontré seis fotos de Maite en la cama con un tipo alto y fornido, además de tres mensajes de voz en los solo se escuchaba a Maite gimiendo o balbuceando algo, el sonido inconfundible de unos cachetes y, en el último, el alarido del macho terminando su faena con mucho placer.
Cuando entré en casa, el corneador ya se había ido. Maite tuvo el detalle de esperar desnuda en el sofá sin haber pasado por la ducha, para que yo pudiese ver los chorretones de esperma que el chico le había regalado por el cuello, cara y pechos. Me excité en un solo segundo y le pedí que me contase como había ido todo. Mientras ella me contaba los detalles, todavía caliente, eyaculé dentro de los pantalones.
Des de aquel día hemos repetido varias veces lo mismo. Yo simulo que llegaré tarde y ella me manda fotos y videos, o mensajes de voz, y cuando llego a casa me cuenta. Yo siempre insisto en que se fije en los detalles.
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