100. CUANDO NO HAY VUELTA ATRÁS
Cuando probé un trío (un trío feliz y satisfactorio) descubrí que el sexo con mi pareja a solas no estaba mal, pero que le faltaba algo. Después del primer trío satisfactorio de veras, cada vez que hacía sexo con mi marido me daba la vuelta y agitaba las manos, esperando encontrar a otro hombre en la cama, y ansiaba ese segundo pene entregado a darme placer.
Tanto fue así que los tríos en mi matrimonio empezaron a frecuentar, y empecé a conocer a muchos chicos dispuestos a venir a casa para participar. Como os podéis suponer, llegó el día en el que mi marido, Luis, me preguntó si ya no concebía otra forma de hacer sexo conmigo que no fuese invitando a un amigo.
-En eso ya no hay vuelta atrás, cariño -le confesé- Si un día vas muy apurado lo hacemos tu y yo a solas pero lo que me gusta de veras es con un invitado.
Luis se desvivió por encontrar invitados y no le costó mucho: publicaba mis fotos en la web de los swingers y siempre se ofrecían hombres de toda clase. Conocí a solteros y a casados, a maduros y a jóvenes deseosos de acumular experiencias.
Una tarde en la que quedé con mi amiga Laura nos contamos eso mismo. Ella había vivido la misma situación un tiempo atrás y me llevaba ventaja.
-Lo suyo son los números impares, Maite -me contó Laura- Tres es mejor que dos. Y cinco es mejor que tres.
-¿Cinco?
-Pues claro -me respondió ella- Cuando digo cinco me refiero a encuentros de dos mujeres con tres hombres, ya que si son tres mujeres y dos hombres no es tan divertido.
Y entonces me contó que llevaba tiempo con el quinteto, y que ya no hacía sexo si no era en quintetos.
-¿Entre los cinco está tu marido? -le pregunté con verdadera curiosidad.
-Bueno, a veces.
Tal como Laura me contó, en su anterior quinteto se lo pasó de fábula y luego me añadió: mi amiga Julia no podrá venir a la próxima cita. Te lo digo por si quieres probar, y te añadiré que ninguna de los tres chicos es mi marido ni puede ser el tuyo. Acepté sin pestañear.
Laura y yo quedamos un rato antes de la cita en su casa y nos depilamos el pubis mutuamente (durante la depilación, Laura aprovechó para lamerme sin previo aviso, hasta arrancarme el primer orgasmo de la tarde). Luego decidimos nuestro vestuario. Laura se puso un vestido semitransparente y un sujetador de fantasía y yo me decidí por unos ligueros y un top deportivo.
Aparecieron tres chicos jóvenes y guapos a la hora convenida y, mientras uno de ellos me tomó de pie, otro ya me estaba toqueteando el ano y el tercero me pedía la boca. Por el rabillo del ojo vi que Laura le estaba haciendo una felación al que me tocaba el culo y enseguida comprendí la gracia del quinteto.
Poco después comprendí que, tras el primer quinteto, tampoco hay marcha atrás.
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