95. ¡VAYA CON LOS AMIGOS GAYS!


Melo y Santi son una pareja gay con quien tengo amistad des de hace muchos años. A veces se habían producido situaciones morbosas entre los tres, pero jamás había practicado sexo con ellos. Ellos suelen hablar muy a menudo de la sexualidad y sus bromas sobre el tema son muy frecuentes, de modo que no es nada raro que se produzcan situaciones ambiguas en las que yo me siento aludida.

-Yo no le diría que no a una mujer tan interesante como tu -me soltó Melo una tarde en la que estábamos los tres ya un poco achispados con el champán, celebrando su tercer aniversario de bodas.

-Yo tampoco le diría que no a un hombre tan atractivo y bien dotado como tu -le devolví yo.

-¿Y como diablos sabes que Melo está bien dotado? -se rió Santi.

-Lo intuyo.

Y así fue como, entre copa y copa y de broma en broma, los tres empezamos a imaginar como sería un trío aunque sin decirlo de forma explícita.

-Lo intuyes bien -se enorgulleció Santi unos minutos más tarde- Melo está muy bien dotado: si no fuese así, no sería mi marido.

-Bueno, el asunto -añadió Melo- es que Santi tiene un pollón fabuloso. De otro modo tampoco él sería mi marido. Las cosas claras.

Como se puede imaginar, no tardó nada en producirse la situación más previsible: ambos decidieron mostrarme sus penes para corroborar sus afirmaciones. La verdad es que me quedé anonadada: sus penes eran, en efecto, no solo muy grandes si no también muy lindos. En especial el de Melo. Él comprendió mi fascinación enseguida y me lo acercó al alcance de la mano. Quizás por las demasiadas copas de champán, me encontré con su glande en la boca. Santi, de mientras, no perdía el tiempo: sentí sus manos en mis nalgas y uno de sus dedos en el ano. Luego fueron dos, Y, poco más tarde, mientras yo seguía lamiendo el bello pene de Melo, Santi me empezaba a penetrar por detrás.

Sin saber como, me encontré metida en el centro de la doble penetración más intensa de mi vida. Pero cuando todo iba viento en popa, a Melo se le cruzaron los cables y sacó a su marido de la posición en la que estaba de un manotazo.

-Ese culete es para mi, cariño -le espetó- Ya sabes cual es tu lugar.

Y, dicho y hecho, Melo me dispuso solo para él, de pie, y entró en mi culo sin contemplaciones tras darme un par de cachetes en las nalgas. Santi, obediente y sin rechistar, se arrodilló detrás suyo para lamerle el escroto. 

-Ya sabes, Santi, que yo me correré en su carita guapa y tu en sus pies -le advirtió.

-Lo que tu digas, cariño -le respondió él, sin dejar de lamerle.

Y así lo hicieron.



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