98. MI PRIMER CLUB LIBERAL
Mi primer impulso fue irme a un club liberal, pero enseguida me di cuenta de que no me atrevería a presentarme allí sola, así que en la web de los swingers pregunté por algún hombre que me quisiera iniciar. Como os podéis imaginar, me salieron decenas de candidatos en pocos minutos, todos muy dispuestos a acompañarme a un club.
De entre los hombres que me respondieron, uno de ellos me llamó la atención: era un tal Marcos, esposo de una mujer sumisa. Lo que me atrajo de Marcos fue justamente que me ponía condiciones para acompañarme en mi primera experiencia el club: mientras los demás hombres solo se mostraban solícitos, Marcos exigía pruebas de mi predisposición.
-Te acompañaré y te haré de anfitrión en el club pero deberás pasar una prueba -me dijo Marcos.
-¿Qué prueba será esa? -le pregunté yo, algo excitada.
-Nos veremos un primer día en el club y te ofreceré a varios hombres. Si veo que vas de veras me convertiré en tu anfitrión y lo disfrutarás.
Nos citamos en un club del norte de Barcelona. Allí me encontré con un hombre maduro y de buen ver, que me paseó por las instalaciones del local hasta que me hizo sentar en una butaca de la sala de cine, en donde se proyectaba una peli porno de Rocco Siffredi.
-Ahora debes ofrecerte -me susurró. Y se quedó sentado en la fila de atrás.
Yo me sentí algo acongojada, pero decidí seguirle el juego y dejé mis pechos al descubierto mientras miraba la película en la pantalla. Enseguida aparecieron dos chicos, completamente desnudos, que se me sentaron a ambos lados. Marcos, que seguía completamente vestido en la fila de atrás, me agarró la cabeza y la presionó hacia el pene erecto del chico que estaba a mi derecha. Poco después me encontré penetrada por alguien que no podía ver y que se permitió darme nalgadas hasta dejarme el culo enrojecido.
Enseguida vi a varios hombres masturbándose ante mi, pidiendo mi boca o mi coño. Se lo di todo a todos, sin contemplaciones. Eso era lo que yo necesitaba en aquel momento de mi vida y eso debía ser lo que Marcos esperaba de mi.
Una rato más tarde Marcos me sacó del cine y me llevó a un jacuzzi en el que había algunas parejas. Me sentó en su regazo y me folló lentamente mientras hombres y mujeres nos miraban. Cuando terminó me dejó sola, diciendo que se iba a buscar bebidas. Uno de los hombres de la bañera se ocupó de mi enseguida, y vi como su pareja se masturbaba contemplando este coito imprevisto. Allí comprendí que mi futuro sexual estaba en los clubes y entre los swingers.
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