102. VELLO EN EL PUBIS SI O NO
Estoy acostumbrada a que los amantes con quienes contacto me pregunten si llevo el pubis depilado. Todos suelen valorar eso. ¿Todos? Bueno, la verdad es que algunos prefieren que lleve el pubis peludo, aunque eso no me había pasado hasta hace pocos días.
Empecé a chatear con un chico que consideré demasiado joven para mi, aunque por supuesto los jóvenes dan mucho morbo pero, a la vez, una teme que se encariñen demasiado por su inexperiencia. Sin embargo, en el caso de Carlos, algo me dijo que el chico, pese a su juventud, era bastante maduro en las cosas del amor. Me desconcertó cuando me preguntó si llevo el pubis depilado y, al responderle yo que si, me soltó:
-Vaya... ¡qué pena! a mi me gustan más los peludos.
El caso es que continuamos hablando y empezamos a gustarnos por algunos puntos de vista, no solo en lo del sexo liberal. Al cabo de un rato, cuando yo ya me sentía completamente dispuesta a tener una cita con Carlos, él me soltó algo completamente imprevisto:
-Si te apetece nos podemos ver cuando te hayas dejado crecer el vello en el coño.
Esa propuesta me desconcertó tanto que solo pude responderle que sí, y que me lo dejaría crecer por él. Tal como acordamos, cada semana le mandé a Carlos una foto de mi pubis y así vio como me iba creciendo el pelo entre las piernas. Mi marido me preguntó por ello, extrañado ante el cambio de mis hábitos.
-Es una sorpresa, cariño, ya te lo contaré -le dije para tranquilizarle.
La verdad es que a mi marido no le disgustó el pelo creciente entre mis piernas, y siguió dándome placer en los viernes y los sábados, tal como era nuestra costumbre.
Hasta que llegó el día en que Carlos, en respuesta a mi foto semanal, me soltó:
-Me encanta tu pelito, cariño, te quiero.
Quedamos en casa de Carlos una tarde. Me presenté con un vestido corto y algo transparente (debajo de una gabardina para no dar la nota por la calle), ya que así se podía intuir la mancha oscura del vello púbico. Carlos me dio un trato exquisito: lamió mis pelitos durante mucho rato y me arrancó dos orgasmos en esta situación. Por fin me penetró sin dejar de acariciar mi vello y agradeciéndome durante todo el rato la paciencia que tuve.
Carlos hundía sus dedos en mi vello mientras me penetraba y yo estaba convencida de que, llegado el momento, mi amante se iba a correr encima de mis pelitos. Sin embargo, cuando le llegó el momento, se levantó y se corrió en mi cara, pero esperó a que sus gotas llegasen a mi vello y entonces las limpió con su lengua. De nuevo me dió un orgasmo.
Luego nos despedimos con un beso muy largo. Carlos no me escribió más mensajes en las semanas siguientes.
No tardé mucho en reanudar mis contactos con otros hombres, y cuando mi querido Jaime me pidió una cita me afeité el pubis enseguida.
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