103. HENTAI
La verdad es que no soy muy amante del tebeo, pero decidí acompañar a mi marido al Salón del Cómic. A él le pirran. Estuvimos paseando por los stands y por fin me llevó a tomar algo en la cafetería. Fue allí donde conocimos a Jorge, un dibujante de caricaturas que ofrecía sus servicios de retratista, con una habilidad sorprendente para convertir el rostro de cualquiera en un dibujo manga. Me gustó mucho y le pedí que me hiciese una caricatura.
-Tardaré unos veinte minutos -nos dijo.
De modo que mi marido se fue a dar más vueltas por los stands y yo me quedé sentada ante el dibujante, un chico joven y guapo que me resultaba muy atractivo. Mientras me iba dibujando, me fijé en una carpeta de diseños que tenía medio abierta a su lado, de donde sobresalían dibujos eróticos muy subidos de tono.
-¿Y eso? -le pregunté a Jorge, señalando su obra pornográfica.
-Bueno... verás... -se rió él- A mi lo que de veras me gusta es el "hentai", no se si lo conoces. Es el cómic erótico japonés. Es muy chulo. Los dibujos que estás viendo son mis recuerdos de las chicas con las que he estado. Tu podrías ser una buena modelo del hentai, por cierto.
Comprendí lo que me estaba insinuando Jorge y él comprendió que yo comprendía, así que nos guiñamos el ojo y nos citamos en su casa dos días más tarde. Sentí muchas ganas de convertirme en una chica hentai de las que estaban en su carpeta de ligues.
Reconozco que eso me ha pasado otras veces: cuando veo a un corneador potente que exhibe fotos de muchas mujeres distintas en su página siempre siento el deseo de sumarme a su colección y ser mostrada en su colección. Eso mismo me pasó con Jorge. Así que me presenté en su casa, dispuesta a ser dibujada de nuevo.
Jorge me recibió desnudo en la puerta, y ya empalmado. Vi una cama en el centro de su estudio, con una cámara montada en un trípode.
-No pensarás que dibujo mientras follo -me sonrió él- los dibujos los saco de mis fotos...
Nos besamos un poco, solo lo justo, y luego Jorge me mostró una cuerda:
-Ya sabes que en el rollo hentai lo suyo es que la chica esté atada, es mucho más morboso.
Me dejé atar las manos a la espalda sin dejar de mirar el pene de Jorge, cada vez más grande y más hermoso, mucho más de lo que había supuesto. En cuanto me tuvo tumbada en su cama empezó a sacar fotos con el mando a distancia de su cámara y yo me preguntaba cuál de todas ellas iba a ser la que terminaría convertida en un dibujo mientras me penetraba con la energía propia de los jóvenes de su edad.
Pero enseguida supe cual sería la foto elegida: simulando un descuido, Jorge metió su pene gordote en mi ano al tiempo que hacía una postura de cara a la cámara, con lo cual deduje que lo había planeado y que no hubo ningún descuido
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