109. LA PISCINA DE LOS CORNUDOS

Mi esposa Maite y su amiga Nuria se confabularon para organizar un fin de semana en una playa nudista y liberal en el sur de Tarragona, en un complejo privado. Alquilaron una habitación para cuatro (Nuria iba con su marido Juanjo) y nos comunicaron a mi y a Juanjo que íbamos a pasar un par de días en este lugar. Yo sabía algo del resort nudista y me preparé para ver a Maite follada por Juanjo en cualquier momento, aunque la idea de que yo me podría follar a Nuria me gustaba mucho.

Habíamos estado con Juanjo y Nuria en algunos clubes liberales anteriormente, pero no hubo nunca interacciones entre nosotros y yo siempre me quedé con las ganas de Nuria, del mismo modo que Juanjo (estoy seguro de ello) se quedó con las ganas de Maite.

Llegamos al complejo nudista y liberal el viernes por la tarde. Nada más llegar, la recepcionista nos informó de que justamente este fin de semana se iba a grabar una escena de "cine para adultos" en sus instalaciones, ya que la productora quería filmar con público afín a esas cosas. 

Tras instalarnos en nuestra habitación bajamos a cenar al saloncito, ya todos con poca ropa y la mayoría de las mujeres solo con medias y ligueros y los pechos al aire. Maite llevaba sujetador negro de encaje y faldita roja, sin braguitas. Nuria un top transparente y unos shorts verde turquesa tan ajustados que se le marcaba toda la vagina. Vimos a una mujer madura que, cuando se fue a pedir el café tras los postres, se cruzó con un hombre joven en la cola y se pusieron a fornicar mientras el camarero les preparaba sus comandas.

Al día siguiente quedamos a las 10 en la piscina climatizada. El ambiente estaba bastante caldeado a esta hora: nada más llegar ya vimos a varia parejas haciendo sexo, amén de algún trío en las tumbonas. Maite y Nuria se debían de haber puesto de acuerdo, ya que ambas aparecieron con solo el sujetador de su bikini. Ambas se habían depilado el pubis.

Nos pusimos en las hamacas y al poco rato apareció el equipo de cine con técnicos de luces, eléctricos y cámaras. Y tres actores visiblemente atractivos y muy bien dotados, y una chica morena espectacular. Nos comentaron que en pocos minutos iban a grabar una cinta porno, y que esperaban la comprensión del público. Nuestras esposas nos mandaron a Juanjo y a mi a por unos cafés con leche, churros, cruasanes y otras cositas.

Cuando regresamos, pertrechados con todos los encargos de nuestra esposas, Juanjo y yo descubrimos un gran revuelo de gente que nos impedía llegar a las hamacas. Poco a poco conseguimos llegar hasta la primera fila y allí descubrimos a Maite y a Nuri en manos de los actores porno.

-Nuestra esposas son el centro de la atención -le susurré a Juanjo.

-La tuya más que la mía -me respondió él, con una sonrisa guasona.

-Han pedido dos voluntarias y esas dos mujeres se han apresurado... ¡No veas como se han apresurado!

A Maite la tenían levantada en el aire entre el actor negro y uno rubio, y le estaban propinando una doble penetración que arrancaba los aplausos de la gente del complejo. Una chancleta se había quedado colgando de su pie y bailoteaba en él, cosa que divirtió mucho al público e incluso le sacaron un primer plano en la grabación.

 Nuria, apoyada en el rubio, recibía por detrás a cargo del tercer actor, un italiano muy bien dotado.

-Espérate y ya verás -le anticipé a Juanjo.

Y, en efecto, fue Nuri la que se hizo cargo de los tres actores a la vez, unos minutos más tarde: todas sus posibilidades de ser penetrada quedaron colmadas. Maite regresó hacia su hamaca entre los aplausos de la gente.

Cuando los tres actores estuvieron a punto entró en escena la actriz porno, que se limitó a posar para que le diesen sus corridas los tres machos. 

A Maite y a Nuri les dieron 500 euros a cada una, y a Juanjo y a mi la copia del vídeo por compasión, cuando supieron que éramos sus maridos.

Tras el almuerzo los cuatro nos subimos a la habitación para la siesta. Nos encamamos los cuatro dispuestos para el intercambio, cada uno con la esposa del otro. Pero aunque Juanjo enseguida se llevó una felación de mi mujer, yo no pude hacer nada con Nuria:

-Estoy agotada, cariño -me susurró.

Pasé la tarde viendo como Maite y Juanjo fornicaban en todas las posturas mientras Nuria roncaba a mi lado.

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