111. MAITE PASA EL TEST CUCKOLD
Estábamos mi esposa Maite y yo más bien aburridos una tarde de domingo. Los dos sentados en el sofá, en chándal, con algo puesto en la tele pero en realidad los dos pendientes de nuestros móviles y cada uno a lo suyo.
-Cariño, mira lo que me acaba de publicar un amigo mío en la web swinger -me dijo Maite de repente.
Y me puso la pantalla delante de la cara, para que pudiese ver el dibujo siguiente, bajo el título:
CUESTIONARIO PARA CUCKOLDS.
Habrá sorteo entre las respuestas y premio para la afortunada
-Cariño, tenemos que responderle a mi amigo enseguida, así que vamos a por la faena. ¿Cuáles son tus posiciones favoritas? - y luego me precisó: -Debes escoger tres. Yo también escogeré tres y, si coincidimos en alguna, será nuestra respuesta.
Estuvimos debatiendo un rato sobre el método a seguir y al fin decidimos que nuestra respuesta compartida era la número 6. Maite tecleó esa respuesta en su móvil y luego seguimos tan panchos en el sofá.
Hasta que, de repente, mi mujer dió un respingo:
-¡Anda! Mira lo que me dice mi amigo: nuestra respuesta es la ganadora y el premio es nada más y nada menos que pasar un buen rato con él los tres para practicar la postura cuckold que hemos elegido. ¡Qué alegría, cari! ¡Nos ha alegrado el domingo por la tarde!
-Qué suerte, cariño -le respondí yo, algo amodorrado- Y eso... ¿cuándo será?
-Es... ahora mismo, cari. Mi querido amigo Seikou nos espera en su casa, que solo está a una horita en coche. Vístete ya, que nos vamos a gozar un rato los dos.
-Dirás... los tres -le corregí yo. Pero aún así le obedecí y cogí las llaves del coche pensando en que yo, ciertamente, disfrutaría de lo lindo viendo a mi esposa con Seikou en primera fila.
Mientras íbamos en el coche me di cuenta de que Maite llevaba un vestido floreado y liviano, sin nada debajo, ya que se le marcaban mucho los pezones. Hubo un momento en el que, mientras conducía, observé que Maite se tocaba en la entrepierna como por un descuido, y deduje que estaba muy excitada, hablando sin parar y jadeando de vez en cuando.
Llegamos a casa de Saikou. El chico nos recibió desnudo y eufórico, besó a Maite en la mano y nos invitó a pasar a su humilde saloncito en el que ya había preparado la escena del premio con esmero. Tenía una música sensual en el equipo (creo que era música disco de los 80 a volumen bajito, como de fondo). La iluminación de la estancia era tenue y olía a incienso perfumado. Había velas repartidas por todas partes. En la pantalla de su televisor, sin sonido, se veían vídeos pornográficos de señoras maduras con chicos negros haciendo dúos, tríos y cuartetos.
Saikou invitó a Maite a sentarse en el sofá y entonces descorchó una botella de champán que tenía en la nevera. No llenó las copas y brindamos los tres, pero solo Saikou y yo pudimos pegarle un sorbo, ya que Maite tuvo que dejar su copa a toda prisa encima de la mesilla ante el sofá para atender al enorme pene de su amigo, que le entró en la boca sin previo aviso.
Saikou me pidió que sacase fotos de la entrega del premio para colgarlas en su perfil:
-Tu tienes que aparecer en las fotos, ya sabes que lo mío es el rollo cuckold y se tiene que ver al marido presente mientras yo estoy en acción.
Nos pusimos a la faena, y entre los tres reproducimos la escena 6 del test. Saikou, luego, se entretuvo con mi esposa durante mucho tiempo y, al fin, viendo que yo estaba excitado, me preguntó si quería hacer algo con ella. Tuvimos un polvete rápido.
Unos días más tarde descubrí que Saikou premió a por lo menos cuatro mujeres más, y los maridos de todas ellas hicieron lo mismo que yo.
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