116. LA SESIÓN DE FOTOS DE LAURA

Mi amiga Laura se empeñó en tener una buena colección de fotos eróticas de su cuerpo serrano, cuando se acercaba a los cincuenta años pero seguía estando de muy buen ver. Laura pensó que quizás ya no le quedaba mucho tiempo de ser apetecible sexualmente, y a la vez se sentía muy sexy y muy en forma, y sabía a ciencia cierta que los hombres, desde los jóvenes a los mayores, la miraban con deseo.

Se lo contó a su marido Sergio y éste empezó a sacarle fotos. Se fueron los dos a un hotelito en el monte con todo el arsenal de lencería de Laura y allí le hizo fotos atrevidas en la habitación, el balconcito, el baño.... Luego se fueron a los campos de almendros y ella posó con los pechos o el pubis al aire, bajo el sol. Una vez en casa, a la vuelta, se miraron las fotos.

-Están bien -murmuró Laura- Pero se nota que no eres un buen fotógrafo. Que no eres un fotógrafo profesional.

Sergio se quedó en silencio ante esta opinión de su mujer, y reconoció su poca habilidad con la cámara. Pero unos días más tarde le pudo dar una respuesta a Laura. En el trabajo de Sergio contrataron a un fotógrafo publicitario para renovar las imágenes de la web de la empresa, y él pudo entablar relación con el artista, como responsable de la imagen pública de la organización. Se fueron a almorzar los dos un mediodía y fue entonces cuando Sergio le propuso al fotógrafo que le sacara unas buenas instantáneas a Laura. Mario (ese era el nombre del fotógrafo) se mostró encantado y le hizo un muy buen presupuesto a Sergio. Una vez sellado el trato, se fueron los tres a otro hotelito rural a pasar un fin de semana de fotos.

Nada más llegar al hotelito, en la cena que compartieron los tres, Sergio se alegró al comprobar el buen feeling que había entre Mario y Laura, lo que presagiaba un buen reportaje.

Y así fue.

A la mañana siguiente se fueron los tres a un campo de trigo maduro (Laura acarreó toda su ropa provocativa) y allí hicieron una sesión fabulosa de instantáneas eróticas. Al principio, Laura se mostraba algo tímida posando para un desconocido, pero poco a poco se fue soltando y terminó por mostrar todas las partes de su cuerpo sin tapujos, sonriendo y provocando a la cámara. La buena sintonía entre Laura y Mario dio muy buenos resultados.

Por la noche, durante la cena, Mario les mostró la obra en su ordenador personal. Sergio y Laura estaban encantados con el resultado. Laura aparecía deslumbrante y sexual, tremendamente atractiva. Fue entonces cuando Mario les propuso:

-Creo que estaría bien sacaros fotos íntimas. Me refiero a imágenes de cuando estáis los dos en el lecho... ya me comprendéis.

-Me parece fenomenal -respondió Laura enseguida (y Sergio se quedó estupefacto)- Vente con la cámara a nuestra habitación dentro de un rato.

Al poco de estar Mario en la habitación, Sergio comprendió que las intenciones de Laura resultaban muy evidentes: quería tener sexo con él, posiblemente excitada todavía por la sesión en el campo. Sergio la vio tan ilusionada con la idea de follarse al fotógrafo que optó por colaborar, e incluso le presentó a su esposa en la mejor posición para que la penetrase, abriéndole las nalgas.

Lo que no pudo imaginar Sergio es que, en el final, y cuando Laura intuyó que Mario estaba a punto, se arrodillase para tomar la eyaculación en la cara.

Solos otra vez Laura y Sergio, éste le pidió explicaciones por el final.

-Es que Mario nos hizo un precio muy bueno por su sesión de fotos, y no olvides que es un profesional que normalmente cobra bastante más. Se merecía una buena propina y se la di.



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