118. EL ADMIRADOR SUPERDOTADO
Recibí un mensaje muy chocante de Vanesa. La verdad es que no recordaba haberle dado mi número, pero quizás se lo dio alguna de nuestras amistades en común. Vanesa y yo nos habremos visto tres o cuatro veces como mucho, siempre con nuestras amigas. De modo que, aunque me cae bien, somos conocidas más que amigas y jamás nos hemos contado cosas íntimas. Además, ella anda por los 30 y pico, y está en una onda distinta a las cincuentonas como yo. Lo único que sabemos la una de la otra es nuestra filiación swinger.
Recuerdo que una de las veces vino acompañada por un chico no muy atractivo al que nos presentó como su amante preferido, a lo que él respondió poniendo cara de circunstancias: nos quedó claro a todas que el chico acababa de enterarse allí mismo de que Vanesa tenía otros amantes. La verdad es que echamos unas risas con la ocurrencia de Vanesa.
Por eso me sorprendió tanto su mensaje, en donde adjuntaba una foto con una escena verdaderamente íntima, y acompañada por este texto: "Buenas tardes. Mi amigo quedó muy impresionado contigo y te nombra a menudo, así que he pensado que, si a ti también te gusta, podéis quedar. Nuestra relación no tiene compromisos, así que puedes decidir sin manías. Te dejo su whatsapp por si te apetece".
Me pareció un mensaje demasiado serio y formal, pero pensé que ese debe ser el estilo de Vanesa. Lo cual contrastaba con la foto, que es esta:
Quedé impresionada por el tamaño del amigo. No recuerdo haber estado con alguien tan dotado, la verdad sea dicha. Como podéis comprender, sentí enseguida el pinchazo de la curiosidad y la tentación ante una oportunidad tan inesperada. Sin embargo también me di cuenta de que el chico podía lesionarme si se descuidaba, y en función de las preferencias que tuviera (muchos chicos piden el anal con tanta insistencia que una, al final, termina por acceder, ya se sabe...). Por todo eso decidí llamar a mi amiga Laura, que es muy atrevida y lanzada, y le pedí que me acompañase en el encuentro con el chico superdotado. Entre las dos será más llevadero y más divertido, le dije. Laura no tardó ni un minuto en responderme: ¡Cuenta conmigo!
De modo que, ni cortas ni perezosas, nos citamos con el chico (se llama Charli) en mi casa, aprovechando un mediodía en el que mi marido tenía reuniones de trabajo hasta la noche.
Nada más llegar, Laura se desnudó por completo y se quedó con teléfono en la mano al tiempo que me decía:
-De eso vamos a sacar un reportaje genial, ya verás.
Yo me vestí con el corsé rojo y negro que me había comprado para la ocasión, que no solo esconde un poco mi barriga si no que me realza los pechos
Charli llegó puntual a la hora pactada. Hombre corto de palabras, se quedó en pelotas enseguida y ya estaba completamente a punto: su pene descomunal palpitaba con deseo apuntando sin disimulo a mi entrepierna, que enseguida se le ofreció como si tuviera vida propia.
Al cabo de un rato de gozar y sufrir a partes iguales su miembro enorme en mi vagina, le pedí a Laura que me relevase en la tarea de atender a Charli, pero para mi asombro Laura declinó la oferta y me dijo que se lo estaba pasando muy bien sacando fotos y tocándose. Charli no perdió el tiempo y en pocos minutos me pidió el ano.
Creo que jamás he dado unos alaridos tan contundentes como los que pegué entonces, e incluso entonces le volví a pedir la Laura con una súplica sincera:
-¡Ponte tu!
-Te estoy sacando una fotos geniales, querida, aguanta un poco más.
Cuando Charli terminó (en mi cara, por supuesto), se vistió y se largó tan parco de palabras como había llegado. Una vez solas Laura y yo le recriminé su falta de empatía, y fue entonces cuando comprendí todo lo que había sucedido. Laura me lo explicó sin tapujos:
-Querida, te voy a contar: yo ya pasé por eso y no quería repetir. Debes saber que Charli nos mandó el mismo mensaje a todas, ya que por lo visto Vanesa le permitió escribirnos a nuestros números. Por lo visto la pobre Vanesa no podía más con el pollón del chico. Al tío le van las maduritas como tu y yo. Se lo ha hecho con Lali y con Marga, que yo sepa, y seguro que con las demás también. La mayoría de las chicas que conoce le tienen miedo por su tamaño y no quieren repetir, así que el pobre debe buscarse nuevas mujeres... ya lo ves: tener un pene muy grande no es una suerte. Lo que no entiendo es como Vanesa sigue con él...
Me quedé perpleja ante todo eso, al tiempo que sentía escozores varios. Le pedí a Laura las fotos y le mandé una de ellas a Vanesa, imitando su estilo educado y formal:
"Buenas tardes, Vanesa. Como puedes ver, tu amigo quedó encantado conmigo y me estampó su regalito de fin de fiesta. No dudes en ponerme en contacto con tus futuros amigos."
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