121. MI INVITADA SE LO PIENSA

Julia y yo somos amigas des de hace años, y ella siempre supo de mis aficiones swingers. Aunque a veces me pregunta por esta parte de mi vida, sus preguntas sobre este aspecto son iguales a las que me hace sobre como me va con mi marido, mi trabajo y todo lo demás. Julia jamás ha mostrado un interés especial por el mundo swinger de un modo más personal.

¿Jamás?

Bueno, a decir verdad, la última vez que nos vimos para merendar en un salón de té del centro la vi algo azorada, y se ruborizó mucho cuando por fin se atrevió a preguntarme sobre lo que llevaba días carcomiéndole:

-Verás, Maite -empezó por fin, tras fingir que tosía y mirando hacia el techo- Hace poco me dije que igual me gustaría conocer un poco eso que haces tu algunos fines de semana...

-¿Salir a cenar con mi marido y ver la tele en el sofá? -aunque yo había comprendido por donde iba el asunto, quise hacerla sufrir un poco.

-Me refiero a lo de... ya sabes... lo de quedar con... es decir, con hombres que no son tu marido y que...

-¿Y que me follan delante de él? -le espeté yo, que ya andaba harta de sus circunloquios.

-Bueno... si lo quieres llamar así... pues si. 

Julia le pegó un sorbo muy largo al té y por fin me contó lo que traía dentro:

-Mira, Maite, te lo voy a contar. Mi marido es buena persona y todo lo que quieras, pero lleva tiempo sin... sin interesarse mucho por mi, ya sabes. Y yo, la verdad es que necesito... bueno, necesito un poco de alegría para el cuerpo, así que se me ocurrió preguntarte...

Tras unos minutos más de conversación con elipsis y metáforas por su parte, me decidí a exponerle un plan a Julia.

-Mira Julia. Mi propuesta es esta y la tomas o la dejas: el próximo viernes tengo cita con Miguel en mi casa, que es uno de mis corneadores preferidos. Es un poco rudo pero guapo y resolutivo, y creo que te podría gustar. Así que te podrías venir conmigo y verás como funcionan esas cosas. Le diré a mi marido que se vaya a dar una vuelta y nos vemos con Miguel tu y yo, ya que la presencia de mi marido te cortaría un poco.

-Eso... eso me gusta... -balbuceó Julia. Y luego preguntó: -¿En qué sentido es un poco rudo tu amigo Miguel?

-No te preocupes. Miguel es un buen tipo y muy placentero, ya lo verás.

Julia se lo pensó un par de segundos y luego me miró con un chisporroteo en sus ojos:

-De acuerdo, Maite. Quedamos el viernes.

-Perfecto -me alegré yo- Y a hora vámonos a comprarte ropa sexy, porqué estoy segura de que no tienes nada.

El viernes quedé con Julia media hora antes de la llegada de Miguel. Mi marido, obediente como siempre, se había ido al cine y luego quedó con sus amigotes.

Vestí a Julia con un corsé apretado y rojo, pechos en balconcito y unas medias negras. Y nada más. Culo al aire. Le hice un par de coletas. Yo me presenté con un vestido anodino y con bragas: mi puesta en escena me parecía impecable.

-Miguel querrá follarte a ti, sin duda -vaticiné.

Cuando llegó Miguel le presenté a Julia y se besaron entre sonrisas: enseguida vi que habría feeling entre ellos. 

Pero...

Pero no fue así. Excitado por la presencia de Julia, Miguel me llevó en volandas hasta el sofá, me dispuso a cuatro patas y arremetió con su pene en mi ano sin mediar palabra ni prolegómenos de ninguna clase. Pegué un grito y cuando me di la vuelta descubrí que mientras Miguel me estaba rompiendo el culo se besaba dulcemente con Julia. 

Agarré a Julia por el pescuezo y le exigí:

-Ponte tu, Julia. Por Dios, ponte tu.

-Me lo estoy pensando -me respondió ella sin aliento, y siguió besándose con mi enculador.

Tres días más tarde recibí una llamada de Julia:

-Maite, quiero que sepas que llevo dos días saliendo con Miguel. Nos va muy bien, es un hombre cariñoso conmigo y me da muchísimo placer. Me ha llevado a dos hotelitos muy románticos, con velitas y champán y esas cosas, es un encanto de hombre. Y sabe como debo contarle el cuento a mi marido para que no sospeche nada. Te estoy muy agradecida, de veras te lo digo.

-¿Dos días con él? -me intrigué yo - Debes tener el culo muy pero que muy escocido con ese cabrón enculador...

-¿El culo? -se sorprendió ella- Miguel me trata como a una princesa, la verdad... Me besa y me folla con una suavidad exquisita, que es lo que yo necesitaba. En el culete solo me da besitos, en las nalgas. Por cierto: me ha dicho que ya no cuentes con él. 

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