128. NO ERES MI TIPO PERO TE DEJO MIRAR

Llevaba tiempo echándole los tejos a Max, a través de la web swinger. Cada vez que él colgaba fotos de un nuevo encuentro yo me manifestaba enseguida para demostrarle que era una admiradora. Una no es de piedra y, aunque soy consciente de mi edad, siempre me gustaron los chicos jóvenes y fornidos, especialmente esos tipos impetuosos y amantes del sexo duro, los que no se andan con remilgos.

Los reportajes fotográficos de Max, aunque breves, mostraban a un chico que sabe lo que quiere y lo consigue de buenas a primeras, sin romanticismos blandos. 

Tras varios comentarios míos, el chico fue sensible a mis demandas y me contó:

-Agradezco tu actitud, Maite, pero debo decirte que solo voy con chicas jóvenes.

A muchos chicos les gusta acostarse con mujeres ya maduritas, y yo confiaba en esta posibilidad, pero Max me dejó claro que no era su caso. Aún sí, yo seguí insistiendo. 

Hasta que un día, por fin (o mejor dicho una noche) Max me escribió para concederme algo: quizás el pobre estaba pensando en como librarse de mi asedio y se le ocurrió esta posibilidad.

-No eres mi tipo -me dijo- Pero si quieres te puedes venir un día a mirar. Es lo más que te puedo ofrecer y mi forma de apreciar tus piropos.

No tardé ni un segundo en responderle que aceptaba la invitación.

Me citó una tarde en un hotel de la costa, un rato antes de que acudiese a chica con la que iba a follar. Me acomodó en un ropero contiguo al dormitorio y me pidió que fuese discreta, ya que la mujer es la esposa de un político local de cierto renombre.

Pasé allí encerrada dos horas deliciosas, viendo como Max daba placer a la chica y lo obtenía para sí, y sintiendo que ella era yo al tiempo que me masturbaba casi sin darme cuenta. 

No pude hacer fotos del encuentro, pero me aprendí algunas posturas y cosas de Max, así que luego les pedí lo mismo a mi marido y a mi amante, pero la verdad es que no fue lo mismo.



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