130. VANESA Y LA FOTOGRAFÍA

A mi amiga Vanesa le gusta mucho la fotografía, y siempre anda sacando instantáneas por todas partes. Tanto es así, que su novio decidió regalarle la cámara Canon G14 por su cumpleaños. Todo eso viene a cuento de lo que me sucedió con Vanesa, ya que sin cámara no hubiese ocurrido y a ella no le habría cambiado la vida.

Una tarde se me presentó la ocasión de acostarme con mi amigo Jaime, con quien llevaba tiempo sin verme porque se fue a vivir lejos, y ese día estaba en la ciudad de paso por pocas horas. El mensaje de Jaime me llegó justo mientras estaba hablando con Vanesa, en la terracita de un bar del barrio, y no pude evitar contárselo, ya que me excitó mucho y ella se dio cuenta enseguida. 

-Perdona que te interrumpa, Vane, pero tengo que buscar una habitación de hotel enseguida, hoy no puedo llevarme a Jaime a mi casa porqué están los niños... ¡con mi suegra!.

-Oye -me sugirió ella enseguida- Y ¿porqué no lo llevas a mi piso? Está aquí mismo y os lo dejo sin problemas... solo te voy a pedir una cosita a cambio.

-¿Una cosita?

-Bueno, verás... -empezó Vanesa- Me gustaría usar mi nueva cámara para hacer fotografía erótica.

Creí que lo más sensato era responderle que si, y permitirle sacar algunas fotos de mi encuentro con Jaime. Al fin y al cabo, a mi también me gusta tener recuerdos de esas cita y nunca me ha importado que me miren: es más, me excita.

Al principio de la sesión Vanesa se quedó en el pasillo y no entró en la alcoba. Sacó fotos des de la puerta, muy discreta. Tanto a Jaime como a mi nos ponía mucho saber que Vanesa estaba documentando el encuentro y eso animó a Jaime a proponer posturas más atrevidas.

Y justo cuando yo me arrodillé ante Jaime para recibir esos golpecitos de su pene en mi nariz y mejillas que siempre me propina cuando nos vemos y que a mi tanto me gustan, me di cuenta -por el rabillo del ojo- de que Vanesa había entrado en la habitación y nos hacía fotos reflejados en el espejo en el que ella también aparecía, y mostraba un pecho desnudo.

Unos días más tarde, Vanesa me llamó para contarme que ella y su novio habían gozado mucho de las fotos, y que su novio le había animado a seguir practicando la fotografía erótica. Decidió invitar a otras amigas swingers a citarse en su casa y sus fotos eran cada vez más cercanas, más implicadas. Muchas veces me mandaba alguna de sus instantáneas. En la penúltima que me mandó, estaba desnuda por completo y sentada en la cama, al lado de la pareja a la que le había cedido el piso.

En la última foto que recibí, Vanesa ya no era la simple fotógrafa testigo: era una selfie en la que ella estaba cabalgando a mi amigo Jaime.




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