136. ME LO HIZO CASI TODO EN EL COCHE
-El chico está muy bien dotado, es muy morboso y creo que tendremos una velada muy interesante. Además está dispuesto a quedarse a dormir, con eso te lo digo todo... Solo nos pide que le vayamos a recoger con el coche.
-Déjame ver alguna foto del chaval -le pedí yo.
Mi marido me plantó ante la cara la foto del corneador elegido, y entonces supe que de chaval no tenía nada: se trataba de un cuarentón fornido y atlético. Y no solo muy atractivo: con un gran pene.
-De acuerdo -le dije a mi marido- El sábado nos vamos a buscarle.
Llegó el sábado y yo me vestí con solo un corsé negro, aunque me puse por encima un sari floreado, como si me fuese a la playa. Eso excitó mucho a Luis, que por el camino no dejó de meterme mano. Así supe que mi atuendo era apropiado para seducir a cualquiera.
Cuando llegamos al punto de encuentro con mi corneador vi a un hombre excitado de antemano, que nada más sentarse en el asiento de atrás del coche ya exigió mi presencia a su lado. Yo le pedí permiso a Luis para pasarme hacia atrás. Él se detuvo en un recodo de la carretera, yo me senté al lado de nuestro invitado y menos de dos minutos después ya me estaba penetrando por el ano y procurando que la imagen de mis piernas abiertas se viese en el retrovisor del coche, de modo que Luis pudo contemplar mi penetración anal en su espejo.
Tras un rato de darme por detrás sin contemplaciones en al asiento de atrás -valga la redundancia-, Edu (ese es el nombre de mi corneador de este día), decidió que había llegado el momento de darme un descanso. Ahí se nota cuando un hombre conoce lo que hay y sabe tratar a una mujer. En la media hora siguiente me permitió gozar de su gran pene en la boca, tras lo cual ya llegamos a mi casa.
Una vez en el sofá, Edu le pidió a mi marido que se fuese a buscar unas cervezas, y aprovechó esos minutos a solas para follarme duro por todas partes, aunque luego le vi agotado. Ya con las cervecitas y un tentempié nos tomamos un rato de relax, y estuvimos los tres charlando y bromeando, con algunos toqueteos y poco más. Tal como me imaginaba, Edu estaba agotado tras todo el traqueteo y, además, es un tipo que se levanta muy temprano. Nos acostamos los tres en la cama y enseguida nos dormimos. Como es preceptivo, yo me acosté entre mis dos hombres.
En algún momento de la noche, quizás sobre las tres de la madrugada, me moví lo justo para darme cuenta de que Edu estaba medio dormido pero muy empalmado, de modo que decidí aplicarle mi boca en su pedazo de pee duro. Mi amigo se desperezó enseguida, me pidió que le cabalgase (y eso hice, por supuesto) mientras mi marido también se despertó con el ajetreo y tuve que masturbarle.
Luego nos dormimos de nuevo los tres.
Hasta que antes del alba sentí que una mano me arrastraba fuera de la alcoba. Supe enseguida que se trataba de Edu y le seguí sin pestañear, ansiosa por descubrir cuales serían sus deseos. Edu me folló en el balcón, y me puso mirando hacia la calle por donde ya empezaba a salir el sol. Si al principio tenía miedo de que me viera algún vecino enseguida se me pasaron los temores, ya que el placer que me daba podía superar cualquier vergüenza. En un momento del lance eché la vista atrás y descubrí que mi marido nos estaba observando y se masturbaba como un adolescente.
Cuando Edu se sació, entró en la habitación y le dijo a mi marido:
-Vístete rápido y llévame a la estación, tengo que estar pronto en mi casa.
Como el camino a la estación también me venía bien a mi, pude darle una última felación de despedida a mi nuevo amigo Edu. Cuando ya no lo esperaba y en el último segundo, me dejó unas últimas gotas de su amor en la barbilla.
Comentarios
Publicar un comentario