138. El amante de Lídia es muy generoso
Mi amiga Lidia se añadió al mundo swinger ante la indiferencia de Alfonso, su marido, siempre muy ocupado en sus negocios y sus asuntos.
-Puedes hacer lo que quieras en casa o fuera de ella. Siempre con discreción, por supuesto -le dijo Alfonso- Siempre que no me afecte a mi reputación y, sobre todo, que me des sexo cuando yo te lo pida.
Lidia aceptó el trato y se apuntó a una página de contactos swingers. Colgó algunas fotos de su cuerpo desnudo, sin mostrar la cara, y se hizo algunos primeros planos de pechos y vagina. Las ofertas no tardaron nada en llegar: hombres solteros, parejas, hombres casados y corneadores de todas partes de España se interesaron por ella enseguida. Lidia fue muy selectiva al principio pero luego, una vez habituada a los encuentros, quedaba siempre que le era posible.
-Es genial -me contó Lidia- Si les dices que prefieres hotel, siempre pagan ellos y contratan hoteles muy chics. A los que no se pueden permitir un hotel les cito en casa cuando mi marido está de viaje.
Lidia empezó a ganarse una gran fama entre los hombres swingers, y pronto apareció en todas las fotos de los mejores corneadores de España. Uno de ellos le pagó el billete de avión a Galicia y, una vez allí, no la decepcionó en absoluto con sus artes amatorias. "Un artista del sexo, no te lo puedes ni imaginar", me dijo ella.
Como os podéis suponer, yo cada vez sentía más envidia de Lidia, y así se lo dije en una ocasión.
Quizás para responder a mi envidia, un día me propuso compartir la tarde con ella y con Ismail, un chico senegalés con el que ya se había citado dos veces.
-Ismail tiene de sobras para las dos, ya lo verás con tus propios ojos. Vente el miércoles a mi casa a eso de las seis.
La propuesta de Lidia me pilló en un momento bajo de forma y de citas, así que le dije que sí enseguida. Pensé que a través de Ismail yo también podría entrar en el círculo de los amantes de Lidia y empezar a labrarme un nombre en el mundo de las hotwives, tal como ella había logrado.
-¿Me traigo algo de lencería? -le pregunté yo, ya bastante excitada.
-No hace falta, cariño. A Ismail le gustan las mujeres al natural.
Cuando colgué el teléfono tuve que masturbarme enseguida: la perspectiva de estar con un senegalés me excitaba muchísimo.
El día de autos me propuse estar en casa de Lidia con tiempo, pero entre mis obligaciones y el tráfico se me hizo tardísimo, de modo que cuando llegué ya pasaba media hora de la cita y Lidia debía de estar con su amigo Ismail en plena faena. Mientras subía en el ascensor me desnudé y me quedé solo con las medias y los ligueros, ya que eso siempre es resultón. Como podéis ver, asumí el riesgo de ser pillada en cueros por algún vecino, pero yo andaba tan salida que incluso esa posibilidad me ponía más caliente todavía.
Llamé a la puerta y tras un par de minutos me abrió el hombre que no podía ser otro que Ismail. Tuve que contener el aliento cuando vi sus atributos. "¿Todo eso va a meterse dentro de mi?" pensé con un escalofrío de placer. El pene de Ismail estaba húmedo además de erecto: estuve segura de que lo acababa de sacar del coño de mi amiga para abrir la puerta, tal como él mismo me confirmó.
-Pasa, cariño, estaba dándole gustito a Lidia.
Mientras andábamos por el pasillo, Ismail me pellizcó las nalgas y me dio un azote en los pechos.
-Tienes pechos muy bonitos -me dijo
Al llegar al salón descubrí a mi amiga tendida y exhausta, desmadejada como si se hubiese caído des de cuatro pisos de altura, jadeando.
-Menos mal que has llegado -balbuceó entre espasmos- Me temía que te lo ibas a perder... ven, ponte a mi lado...
Ismail se tumbó encima de Lidia, le metió el pene enorme y estuvo zumbándola durante un buen rato, cambiando de ritmo y dándole meneos increíbles. Lidia, de vez en cuando, agarraba una pequeña cámara de fotos que tenía a mano y sacaba instantáneas enfocando entre sus piernas para registrar el tamaño de lo que le estaban metiendo. Yo tuve que masturbarme, incapaz de presenciar la escena y de escuchar los gemidos de mi amiga sin tocarme.
Por fin llegó lo que yo pensaba que era mi momento. Ismail sacó su verga de la vagina de Lidia y yo reaccioné abriendo mis piernas. Pero en vez de penetrarme, Ismail se situó detrás de nuestras cabezas, agitó un poco su pene y empezó a lanzarnos chorros y más chorros de esperma en nuestras caras, como si su depósito de leche fuese infinito.
Cuando terminó nos besó en la boca a las dos. Lidia andaba como loca sacando fotos del regadío.
-¿No te lo dije? -chilló- ¡Ismail tiene para las dos!
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