142. UN CHICO LISTO

Eso me sucedió cuando estaba recién divorciada y andaba muy faltada de sexo. Eso lo explica todo.

Cuando llegó el verano yo no tenía ningún plan y a mi amiga Berta se le ocurrió invitarme a pasar unos días con ella y su novio en la casita de la playa. Berta y Eric llevaban apenas tres o cuatro meses saliendo juntos. A Eric yo le había visto una sola vez, en una cena con otras personas. Me pareció un tipo simpático y muy atractivo, buena persona. Al principio tuvieron agún rifi rafe, posiblemente porque Eric era demasiado guapo.

-Las mujeres se le echan encima, tengo que estar siempre atenta -se había quejado ella. 

Pero supongo que luego a Berta se le calmaron los celos, porque no me dijo nada más.

Llegué a la casita de la playa una tarde. Ellos ya llevaban allí algunos días y quizás se habían olvidado de la hora de mi llegada, ya que les pillé completamente desprevenidos. Era evidente que estaban en la cama retozando y yo les corté el rollo. Me supo mal pero me pareció una anécdota divertida. 

Ya por la tarde, cuando Berta y yo estábamos en la cocina preparando algo para la cena, me contó:

-Eric está imparable, solo piensa en follar des de que hemos llegado. A todas horas. Ya te habrás dado cuenta. A veces le tengo que pedir que me deje descansar un rato. Creo que está tomando sildenafilo, porqué es que no es normal... Eric tiene más de cincuenta y está como si tuviese veinte.

-Qué suerte tienes -suspiré- Yo llevo meses sin tener nada con nadie.

La primera noche me la pasé escuchando los jadeos, los bufidos y los grititos de Berta: las paredes de la casita son débiles y me enteraba de todo. Tuve que masturbarme y por fin me dormí. A la mañana siguiente me despertaron otra vez los sonidos de la pareja. En algún momento, creo que escuchñe perfectamente a Berta pedir "Para, para, por favor". El sol justo estaba saliendo y otra vez me puse muy cachonda. Iba a masturbarme de nuevo, pero en vez de eso me levanté con sigilo y me acerqué a la puerta de su habitación. Estaba entornada y pude verles. Eric tenía a Berta a 4 patas. Los dos estaban de espaldas a mi, así que pude mirar sin riesgo de ser descubierta.

Hice algo que no pude controlar: me bajé un poco las braguitas y empecé a tocarme. Y entonces sucedió el imprevisto: quizás solté un suspiro demasiado fuerte o hice cualquier ruido, pero el caso es que Eric ladeó la cabeza y me vio. No se sorprendió, si no todo lo contrario: me lanzó una sonrisa y me guiñó el ojo, sin perder el ritmo. Y pocos segundos más tarde se irguió, sacó su pene de Berta y la rodeó para metérselo en su boca. La agarró por el pelo y, en vez de dejarse chupar, le folló la boca tal como le había estado haciendo por la vagina. Berta apenas podía resoplar. Fue entonces cuando le dijo:

-Ya que no me dejas por el culete, te follo la boquita, cariño -y mientras lo decía me miró a mi, que no podía parar de masturbarme.

Berta se apartó un momento y yo vi de nuevo el pene de Eric en todo su esplendor: era enorme, quizás no muy largo pero si muy ancho. 

-Lo tienes demasiado gordo para mi culo, amor, ya te lo dije. Por el culo va a ser que no.

Eric siguió dándole un buen rato sin sacarme el ojo. Hasta que se corrió con un grito intenso. Lo bueno del caso es que yo me corrí al mismo tiempo y ambos nos dimos cuenta.

-No grites -le recriminó Berta mientras se secaba la cara con una toalla- Vas a despertar a mi amiga.

Eric me guiñó el ojo de nuevo mientras la daba golpecitos con el pene en la frente de Berta. Su pene seguía muy duro, lo cual confirmaba la sospecha del sildenafilo.

Lo que pasó luego os lo podéis imaginar. Y tardó poco en suceder. Eric y yo coincidimos en la cocina, preparando el desayuno.

-Berta sigue durmiendo -me dijo él- Cuando lo tengamos a punto la despertamos.

Hicimos café, tostadas y alguna otra cosa y, en un momento dado, él me miró intensamente para preguntarme:

-Oye, perdona que te pregunte así pero... ¿tu haces sexo anal? Con Berta, como habrás visto, no hay forma.

-Perdona pero... ¿te parece que eso es forma de ligar?

Nos reímos un buen rato. Eric llevaba un bañador slip y una camiseta, y vi perfectamente que su pene seguía duro. Él me miró los pechos. Luego me rozó la espalda como sin querer y yo, también como sin querer, froté mi nalga contra su slip. Nos dimos unos primeros besos tímidos. Fue entonces cuando me insistió:

-No has respondido a mi pregunta.

-Te voy a responder con otra pregunta, por segunda vez. Mi exmarido estaba obsesionado con el anal, así que... ¿tu qué crees?

 -Creo... creo que igual quieres recordarlo. Al sexo anal, no a tu exmarido. ¿te parece que eso es mejor forma de ligar?

-Creo que esa forma de ligar es muchísimo peor que la anterior -le dije mientras me bajaba las braguitas delante suyo por segunda vez, y me recostaba en el mármol de la cocina para poner el culo en pompa delante de Eric.

Sentí que sus dedos hurgaban en mi ano y que su pene apretaba contra mi muslo.

-Oye... y puestos a preguntar... -murmuré- ¿Qué crees que pensará Berta si nos pilla?

-Creo que le gustará. Ha sido ella quien me ha sugerido que lo del anal lo haga contigo, para dejarla descansar y que me calme.

-Vaya... -suspiré yo- Un chico muy listo... uh!


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