150. COMO PONER DE LOS NERVIOS A UN MARIDO DESPISTADO


Tras muchos años casados, mi marido empezó a desinteresarse del sexo. Evitaba las situaciones que creía comprometidas, se dormía en el sofá y nada más entrar en la cama, soplaba:

-No veas lo cansado que estoy.

Al principio no le di mucha importancia, ya que cualquiera puede pasar por una etapa de líbido escasa. Pero al cabo de unos meses me di cuenta de que su mujer ya no le interesaba sexualmente. Tardé un tiempo prudencial en planteárselo, pero cuando lo hice me llevé un chasco:

-Cariño -me dijo- Ya sabes que te quiero mucho pero la edad pasa factura y el trabajo me agobia. Te entiendo, pero no estoy para el sexo. Si tu lo quieres, puedes gestionarlo a tu manera.

Mi marido creyó que sin duda me bastaría con comprarme un Satisfyer. Y aunque es cierto que me lo compré, también es cierto que tardé menos de 24 horas en sacarme unas fotos sexys y colgarlas en la web swinger, en donde me creé un perfil de mujer liberal ansiosa de tener experiencias.

Como os podéis suponer, las ofertas de contacto tardaron muy poco en llegar, y mi única ocupación fue seleccionar y priorizar. La primera cita la tuve una tarde a eso de las siete, y cuando ya eran las nueve yo seguía muy atareada en la cama de mi primer admirador. Cuando caí en la cuenta de que mi marido se estaría preguntando en donde estaría, le mandé esta foto.

Con el texto: "ahora mismo estoy liada, en cuando pueda voy para casa. Es mejor que te hagas la cena y no me esperes levantado".

A eso de las diez le mandé la siguiente foto, acompañada de la frase: "creo que pronto me vengo".


Cuando llegué a casa, mi marido ya estaba durmiendo. Tan profundamente que no se enteró de mi llegada.

Al día siguiente, a eso de las tres, tuve mi segunda cita. Y le fui informando del mismo modo.

A las cuatro, la primera foto. 


Y así sucesivamente, hasta las nueve o las diez, en que le mandé la siguiente:

Como mi joven amante me invitó a cenar tras el encuentro, llegué tarde otra vez a casa. Mi marido estaba durmiendo de nuevo, pero vi que tuvo una primera reacción: en la mesita de noche había una cajita de píldoras de sildenafilo, nueva y para estrenar.

Le dejé una nota encima de sus pastillas: "Cariño, tómate una para la tarde de hoy. Yo intentaré llegar temprano".

Sin embargo, no pude cumplir mi palabra y a eso de las diez le mandé la foto siguiente, con el texto: "lo siento, cari, la reunión se ha prolongado más de lo esperado. Creo que mañana podría ser nuestro momento".

Pero por desgracia, al día siguiente tuve que mandarle otra foto ya muy tarde, con la excusa más bien simplona de que "me han salido unos asunto de última hora que debo gestionar". Nos vemos mañana.



 





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