158. TODO EN UN MINUTO (O DOS)

Altas horas de la noche en el club liberal. Todo el mundo empieza a perder la compostura. Mi marido y yo llevamos un rato follando al lado de otra pareja, en la misma postura: ellos debajo, nosotras brincando encima. El tipo me ha lanzado algunas miradas tímidas y, muy discretamente, roza mis nalgas mientras yo cabalgo a Luis. Me miro al hombre: es un cincuentón muy atractivo. Sin que Luis se dé cuenta, le pellizco la mano con la me toca la nalga y le animo a palparme mejor.

Pocos segundos después, el hombre le susurra algo a la mujer y ella se levanta de su cabalgadura. Lo cual me permite contemplar el pene de mi vecino, que se agita en el aire pidiendo guerra. Sin demora alguna le pido a Luis que se vaya a por un par de gintonics y él obedece. Mi vecino y yo nos miramos durante un segundo. 

-Ella también ha ido a por bebidas -me susurra.

Y viendo que él no tomará la iniciativa, la tomo yo: me siento encima suyo y meto su verga dentro de mi. El hombre se pone a mil, me agarra los pechos y empuja sin piedad, levantando sus caderas y obligándome a dar saltos.

Enseguida deduzco que mis movimientos han despertado el interés de alguien más. De repente me encuentro a un tipo plantado delante de mi cara y agitando su pene de modo que me da golpecitos en la nariz y la barbilla. Levanto la mirada para ver quién es y, para mi desgracia, también es un hombre atractivo. Casi por instinto, abro mi boca y se la ofrezco. Engullo ese pene ansioso y enseguida me lo encuentro en las amígdalas.

Como era de esperar, el tipo que me folla la boca tarda menos de diez segundos en propinarme su corrida en el cuello y el hombro. Y luego se marcha por donde ha venido. El cincuentón guapo que estoy cabalgando se ha excitado muchísimo viendo lo que le ha sucedido a mi boca, saca su pene se me corre en los muslos. ¡Y vaya corrida! Me pone perdida en ambas piernas.

El olfato me dice que mi marido regresa con los gintonics, así que regreso a mi posición. Pero la que regresa primero es la pareja de mi vecino, que lleva dos cubatas en las manos y un lechazo en el pelo. Justo detrás de ella, mi marido. Queda claro lo que ha sucedido.




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