72. LA VENGANZA DE CLARA (Segunda parte)
Clara le mandó a su exmarido Juan las fotos de su encuentro con Carlos para demostrarle lo que se perdía tras su ruptura matrimonial, o simplemente para demostrarle que una vez soltera de nuevo iba a disfrutar de lo lindo con quien más le apeteciese. No fueron menos de 20 las fotos que le mandó. Pero Juan no respondió. [Para leer el relato, aquí]
De modo que nos reunimos de nuevo las tres amigas y decidimos ayudar a Clara a cometer una venganza de nivel superior. En realidad, claro está, lo que más deseábamos era montar una buena fiesta con la excusa de la venganza de Clara. Se lo expusimos a nuestros maridos para que comprendiesen la importancia del evento femenino y se inhibiesen del asunto, tal como les corresponde a nuestros queridos cornuditos.
Fue Berta quien, casi por casualidad, dio con el perfil de un chico que se presentaba como "Jorge y Juan, vengadores". Les preguntó y descubrió que su interés es actuar justamente como vengadores de mujeres abandonadas, traicionadas o menospreciadas por novios y maridos, y que ambos actuaban juntos.
-La verdad -nos contó Berta- Es que esos vengadores me parecen muy guapos y sobre todo muy morbosillos. Yo creo que debemos quedar con ellos.
-A ver, un momento -interrumpió Laura tras mirar la foto muy explícita de los dos vengadores en el móvil de Berta- Esos dos están muy bien, pero para mi que debemos quedar por los menos con cuatro.
Laura y yo aplaudimos esta ocurrencia sin pestañear.
Nos encargamos de buscar a dos chicos más y no tardamos nada en dar con otros dos voluntarios.
El día de la cita nos vimos en casa de Berta, que es la que dispone de un salón más amplio, en el que se puede invitar a más personas. A Clara la llevamos engañada, diciéndole que nos íbamos a ver las cuatro para una cenita. Aunque algo debía de sospecharse ella, ya que se presentó con un vestido negro ceñido, corto y muy escotado.
Nosotras representamos nuestro papel durante un rato, hasta que llegaron los cuatro chicos. Ellos cumplieron con su cometido y se encargaron de Clara mientras Laura y yo sacábamos fotos de ella con cuatro hombres, a cual más dotado. Durante este rato yo ya me di cuenta de que Berta miraba descaradamente a Lucas, un morenazo quizás no muy guapo pero en cuya anatomía destacaba un glande superlativo y rosado que sobresalía de su miembro como una seta a punto de estallar. Y Lucas, a su vez, no separaba los ojos de los pechos de Berta.
La tarde fue transcurriendo como todas esperábamos. Me di cuenta de que tres de los cuatro chicos se habían afanado en verter su esperma en Clara, para dar su aportación a la venganza. Pero hubo uno que no lo hizo: Lucas se estaba reservando para... para Berta, por supuesto.
Todas pudimos ver como Lucas y Berta se ensarzaron en un polvazo majestuoso cuando ya todo parecía haber terminado. Tras ver esa escena tan caliente empezó de nuevo el baile. Jorge se llevó a Laura al balcón, Juan me metió en la bañera, Clara repitió con Lucas y con Berta a la vez mientras el cuarto chico (de quien no recuerdo el nombre) se masturbaba y aullaba encaramado en un sillón.
Justo cuando yo salía de la bañera, atolondrada y goteando, llamó mi marido:
-Cariño, -me dijo- Hoy se vienen mis padres a cenar, por si no te acuerdas.
-Encarga algo en el japonés de la esquina -le respondí.
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