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Mostrando entradas de abril, 2023

127. EL JARDINERO DE CARLOS

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A Carlos le conozco des de la adolescencia. Era un amigo de la familia que nos visitaba a veces. Yo no sabía gran cosa de Carlos, solo que era uno de los pocos amigos realmente ricos que tenían mis padres, un maduro atractivo y elegante algo más joven que ellos. Habíamos estado dos veranos en su casa de la costa, enorme y espectacular. En la primera ocasión yo era una jovencita, y en la segunda me llevé a mi primer noviete, Javi. Recuerdo (con muchas lagunas) que una tarde de aquel segundo verano en la casa de Carlos me fui a dar una vuelta con Javi por el jardín enorme de la mansión, en donde incluso hay un laberinto de setos, y que de repente, en un calentón, nos pusimos a fornicar como dos animalitos. Cuando terminamos, ambos tuvimos la impresión de haber sido observados, pero no vimos ninguna prueba de ello, y la anécdota quedó ahí. Hasta ahora, claro, y tal como contaré a continuación. Hace un par de meses, y casi por casualidad, coincidí con Carlos, que había ido a visitar a mis

126. EL CÓDIGO DE BUENA CONDUCTA DE MARIBEL

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Las que habéis estado en clubes liberales ya sabéis que en estos lugares una se puede saltar los prolegómenos cuando se encuentra a alguien con quien le apetece un rato de diversión. A veces basta con una mirada, en otras, simplemente, una desliza la mano y la deposita en el muslo del vecino, dándole una suave caricia cerca de la ingle. En esos locales no suele haber malos entendidos, ya que todo el mundo entiende las respuestas y las acepta: si el vecino a quine le has acariciado te aparta la mano ya sabes que no le puedes reprochar nada, te levantas y te vas a otro. Mi amiga Inma, por ejemplo, se anda con menos rodeos todavía y cuando ve a un señor que le atrae le agarra el pene y se lo lleva a la boca sin preguntar. Pocas veces han rechazado a Inma. Lo que os voy a contar es lo que hizo mi amiga Maribel, que es una mujer muy tímida pero muy fogosa. Maribel decidió presentarse a un club liberal para ir al grano de la forma más explícita posible. Su marido, tras 23 años de matrimonio,

125. ME LLEVARON AL BAGDAD

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Mi amigo Franz, austríaco de Salzburg, viene un par de veces al año a Barcelona. En alguna de estas ocasiones me llama para ir a cenar y luego subir a su hotel. Las citas con Franz son cosa mía y voy sola. Mi marido lo tolera, ya que sabe que Franz y yo somos amigos des de antes de conocerle a él y eso no se puede cambiar.  Franz no me llama siempre que viene y lo comprendo: en Barcelona y sus alrededores tiene varias amigas y digo yo que se debe de ir repartiendo, cosa que comprendo. En la última ocasión, y mientras cenábamos en un restaurante cerca del puerto, me reprochó que no le hubiese hablado nunca de un local llamado Bagdad, del que se había enterado por una serie de televisión. Le conté que yo no he estado nunca en el Bagdad y que en realidad no sabía ni tan solo que todavía existiera.  (Para los que no lo sepan: el Bagdad es un local de actuaciones porno en directo, en donde por cierto empezó su carrera Nacho Vidal). Franz me dijo que ya iba siendo hora de corregir mi déficit

124. ME REGALO

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Cuando empezamos en el mundo de la cosa liberal y de los intercambios, mi marido y yo nos prometimos ser leales y no caer en celos ni sospechas: nuestra nueva aventura solo tenía sentido si nos aportaba diversión y nuevas experiencias positivas. Así llegamos a unos acuerdos: 1. Nos vamos a contar las cosas que nos pasan, que se nos ocurren o que nos dicen 2. Vamos a vivir las nuevas experiencias en pareja  3. Si alguien quiere vivir una experiencia por su cuenta debe contárselo a la pareja y compartirlo Y durante mucho tiempo todo fue tal como nos habíamos prometido... hasta que cambió. Una noche, mientras yo cotilleaba en la página swinger para descubrir futuros amigos, di con la galería de un perfil en el que se mostraban escenas de una gang bang. Se trataba de una mujer, más o menos de mi edad, con tres hombres. Y aunque los hombres aparecían con la cara emborronada para no ser reconocibles, yo reconocí a uno: ahí estaba mi marido. Cualquier mujer reconocería a su marido desnudo por

123. LA GANG BANG POR ENTREGAS DE DEBORAH

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Deborah y su marido Miguel llevaban unas semanas debatiendo si ir o no ir a un club liberal. La pareja llevaba un tiempo queriendo experimentar en el mundo swinger tras darse cuenta de que su vida sexual se empobrecía con la edad y la rutina de un matrimonio de más de 30 años. Ambos querían probar esta experiencia, pero ella era mucho más entusiasta que él. Deborah había pensado algunas veces en ser la protagonista de una gang bang con cinco o seis hombres, aunque eso no se lo había contado nunca a su marido por temor a que no lo viese oportuno y se echase todo al traste. Deborah no se consideraba una admiradora de las gang bangs: solo deseaba haberlo experimentado una vez. Al fin se decidieron a probar, con la excusa del cumpleaños de Deborah, y empezaron por un club de la parte alta de la ciudad, en donde pensaron que nadie les iba a conocer. El ambiente del local les sorprendió: allí había parejas de todas las edades, así como hombres y mujeres solas, des de los 20 hasta los 60. Se